Elotes, el ya famoso pan, antojitos, micheladas y hasta un par de azoteas recién bautizadas como “miradores”, son algunos de los negocios que se pueden ver a unos cuantos metros de la zona del megasocavón en el poblado de Santa María Zacatepec, Puebla.
La fila de carros estacionados a pie de carretera de inmediato llaman la atención, son los vehículos que en su mayoría transportan a familiar enteras que quieren observar el “enorme hoyo” que se ha generado y “tragado” una vivienda.
Habitantes de Santa María han aprovechado para poner algunos negocios y generar algunos ingresos para sus hogares.
Dicen que esto nos lo mandó Dios”, sentencia uno de los miembros de la familia Corona, vecino de Santa María y quien ahora junto a su familia atiende un puesto de quesadillas y micheladas.
“Desde el viernes ha llegado mucha gente, familias enteras vienen a ver el socavón, dicen que nos los mandó Dios, porque con esto de la pandemia mucho perdimos trabajo, pero con esto nos reactivamos”, dice con cierto entusiasmo en su voz, el hombre de cabello y barba grisácea.
Al igual que la familia Corona, que ha obtenido una nueva fuente de ingresos, está en una banca de madera una pequeña niña de unos 10 años de edad, con una paleta en su boca y el cubrebocas en su barbilla, espera para cobrar cinco pesos a cada persona que quiere subir a su azotea para desde ahí poder ver el socavón.
El pasado 29 de mayo, la tierra se cimbró, todo comenzó como un hundimiento en la tierra en un terreno de cultivo.
Dos semanas después, al superar los 130 metros de diámetro, el enorme hoyo se llevó la vivienda de la familia Sánchez ubicada en una ladera del Socavón que hoy es algo así como un peculiar atractivo turístico, que designio de Dios o no, ha logrado reactivar la economía de algunas familias que se vieron fuertemente afectada por la pandemia de la Covid-19 en el estado de Puebla.
