En medio del desastre que dejó a miles de personas sin hogar en Siria, los campamentos de desplazados y refugiados tuvieron una pequeña ventaja: la que ofrecen las casas de campaña y la ausencia de grandes construcciones alrededor, que permitió que muchos de sus ocupantes sobrevivieran a los sismos registrados esta semana.
“El terremoto fue aterrador, pero la gente dio gracias a Dios por vivir en tiendas de campaña después de ver lo que ocurrió a su alrededor”, declaró a AFP Fidaa Mohammad, que vive en el campamento de Deir Ballut. Como ella, otros cientos de refugiados y desplazados no solo sobrevivieron con pocos daños, sino que incluso ofrecen asilo a quienes perdieron sus hogares.
Tal es el caso de Duaa al Ghadban, una joven madre que perdió a sus tres hijos y a su esposo en un derrumbe, y quien por el momento se aloja en un campamento de desplazados en Deir Ballut, al norte del país. “No nos queda nada. Estamos hacinados con mi hermana y su familia, mi hermano y mi madre en esta pequeña pieza que pertenece a un conocido nuestro”, señala.
Si bien los centros de acogida abiertos por el gobierno sirio ofrecen alimentos y camas, el número de damnificados es tan grande que han resultado insuficientes, motivo que ha orillado a algunas de las víctimas a buscar otras opciones. “Somos treinta en esta habitación, sin calefacción ni mantas”, atestiguó Ghayath Zarzur, quien años atrás se había albergado en un campamento similar, y recientemente perdió su casa debido al terremoto. “La historia se repite. Huímos de Damasco solo con la ropa que llevábamos puesta, hemos sido desplazados tantas veces”, fueron sus palabras.
Incluso quienes aún conservan sus propiedades se han visto obligados a abandonarlas por temor a nuevos derrumbes por las réplicas que continúan, y ante las pocas posibilidades de alojamiento, han tenido que dormir en sus vehículos. “Nuestro edificio quedó dañado, no podemos regresar por miedo a las réplicas”, afirmó Mohammad Hayyani, de 50 años, envuelto en una manta cerca de su camioneta.
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