El panorama era tenso. Bajo la sombra de una recesión, Joe Biden y los líderes republicanos en el Congreso se reunieron para discutir la posibilidad de aumentar el límite de endeudamiento del país.
No se trata únicamente de posturas políticas: elevar el tope de emisión de deuda permitiría al gobierno pagar gastos como pensiones y proveedores, y también evitaría caer en default económico. Y si bien en anteriores ocasiones, los republicanos han aprobado la acción, el monto de la actual deuda —de 31.4 miles de millones de dólares— en esta ocasión los ha hecho negarse.
“No vi ningún movimiento nuevo”, resumió Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes, tras el encuentro en el que también participó el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, quien únicamente atajó que “Estados Unidos no va a entrar en default. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará”.
El desacuerdo quedó reflejado también en cada una de las partes. Mientras los republicanos emitían su comunicado, Joe Biden tuvo su propio encuentro con la prensa, en el que puntualizó que el escenario de Estados Unidos faltando a sus obligaciones con sus acreedores por falta de capacidad de emitir deuda “no es una opción”.
Hay que recordar que los republicanos se niegan a aprobar un incremento o la suspensión de este tope a menos que el gobierno acepte recortes severos del gasto público. Biden no quiere vincular los dos asuntos, pero de no llegar a un acuerdo, el propio Presidente anunció que podría suspender su gira asiática, prevista para fin de mes.
Riesgo latente
“Si Estados Unidos llega a quedarse sin fondos, ya hay un mecanismo bien establecido sobre cómo empezaría a cerrar el gobierno”, mencionó a ejecentral Janneth Quiroz Zamora, subdirectora de Análisis Económico de Monex. Aunque descartó que este escenario de impago suceda: “cada vez que está cerca de vencer el límite de deuda se torna un tanto mediático, un tanto político, y esta vez no es la excepción “, señaló.
Explicó que ya en otras ocasiones, al borde del vencimiento, han ampliado el techo o lo han eliminado por un tiempo para que Estados Unidos no caiga en impago, por lo que considera que suceda así esta vez ya que no hay una sobrerreacción en los mercados.
Aunque las probabilidades son bajas de una falta de pago, este contexto no ayuda a la confianza de los emprendedores. La cada vez mayor probabilidad de recesión en ese país está deprimiendo a las pequeñas empresas, ya que son ellas las primeras en sufrir los efectos de menos crédito o más caros y quedar en la insolvencia.
De acuerdo con la Federación de Negocios Independientes, el indicador del Optimismo de las Pequeñas Empresas cayó en mayo a un mínimo de 89 puntos, el menor nivel en 10 años. Desde su máximo en septiembre de 2018, donde alcanzó los 108.8 puntos, el indicador, a pesar de su resiliencia, tiene una depresión de 18.2 %, mostrando altibajos desde la crisis sanitaria. Al interior, mide 10 componentes entre los que destacan el número de contrataciones, inflación, y estadísticas de expansión de capital.
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