Desde el Congreso Nacional de Economistas de Puebla en los primeros años de este siglo, el reto de la hacienda pública del País que queremos, está pendiente, las características regresivas de nuestro sistema tributario son las mismas y por el lado del gasto tiene todavía muchas debilidades como se advierte en los resultados de la cuenta pública 2018, recientemente presentados a la Cámara de Diputados por la ASF, hay mucho por aclarar.
Tenemos un sistema tributario, concentrado en el ámbito federal: casi el 95 por ciento del poder recaudatorio es del orden federal, un poco más del cuatro por ciento del estatal o subnacional y el resto del municipal. La dependencia de las transferencias federales en los ingresos totales y para el gasto en inversión de los estados es muy alto, lo mismo sucede en el orden local o municipal. Ni los países unitarios de la OCDE, como Chile o España, tienen un nivel de concentración tan alto. Esto se desprende de las estadísticas Tributarias que desde años elaboran la CEPAL y el CIAT, agregándose el BID y la OCDE
Siempre desde que recuerdo, hemos estado por debajo de la media internacional en la relación recaudación-PIB: el promedio de la OCDE es de 34.2% y en América Latina y el Caribe, 22.8%, muy por encima del nuestro, de 16.2%. Ya no digamos el de Brasil (32.3%) y Argentina (30.3%). Eso no puede dejar de tener efectos: como sabemos, la inversión física desde hace años está en niveles históricamente bajos, mientras se acumulan grandes pasivos actuariales que acotan progresivamente el margen de maniobra hacendario.
Por otro lado, sabemos que ese 16 por ciento, incluye las contribuciones a la seguridad social, sin ellas estamos un poco arriba del 10 por ciento, aunque las cifras son relativas porque hay que considerar la distribución de la carga fiscal entre el trabajo y el capital, de ahí la relevancia de profundizar el análisis y estudio de los llamados gastos fiscales. algo relativo, lo real es que, desde siempre, siempre, el ingreso es insuficiente para darle suficiencia al gasto público. Recuerdo las cifras que difundía desde hace por lo menos seis años, Luis Foncerrada, respecto a que el nivel de inversión pública en infraestructura estaba en los niveles de los años cuarenta. La frivolidad en el gasto fue generalizada. La fiscalización en tiempo real contribuirá a superar lo anterior.
Las soluciones son simples, recaudar lo que no tienes obligación de hacer con responsabilidad fiscal y gastar con eficiencia, racionalidad, transparencia y honradez, políticas de deuda sanas y responsables, así como realizar una nueva convención nacional hacendaria.
Existe una recaudación insuficiente, teniendo en cuenta el tamaño y el desarrollo de nuestra economía, los ingresos públicos no logran cubrir las obligaciones del Estado, a pesar de la existencia y eficiencia del SAT, los borrones y cuentas nuevas fueron regresivos, como las condonaciones impositivas de 2007 y 2013, hitos que la ASF auditara en el paquete de 2019, con una revisión de desempeño, como lo han solicitado diversas organizaciones, colegios de profesionales y académicos destacados en el tema.
El acuerdo de coordinación fiscal entre la Federación, los estados y los municipios está rebasado. Las desavenencias son recurrentes, con distintos reclamos, pero la responsabilidad es también de los gobiernos subnacionales y municipales, por ejemplo, la mayoría no atiende sus facultades recaudatorias, su dependencia de las transferencias federales es muy alta, el desvío de recursos ha sido elevado, ejercen un centralismo mayor sobre los municipios, con honrosas excepciones por supuesto. Pero también los municipios tienen responsabilidad sobre todo en materia de gasto y recaudación del predial, hay experiencias desastrosas en el manejo de sus recursos, aunque también excepciones.
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