Sequía extrema, la otra embestida a la canasta básica

28 de Noviembre de 2024

Sequía extrema, la otra embestida a la canasta básica

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El territorio mexicano atraviesa un fuerte estiaje, el más grave de los últimos 30 años, con presas a niveles críticos de capacidad, mientras que el sector agrícola reporta una inflación de 6.4 por ciento

Es abril y usted se encuentra en una verdulería. Se le antoja hacer un pico de gallo y compra aguacate, chiles y jitomate. Cuando pague se dará cuenta de que lo que compró subió de precio entre 15 y 25%, en tan sólo 15 días. Es la inflación, sí, pero es más que eso: es la crisis climática. México está seco y el panorama de lluvias es incierto.

La cuestión no es menor. México cuenta con 24.6 millones de hectáreas para la agricultura —cuyo valor como sector representa un billón 199 mil 371 millones de pesos, de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP)— y como industria es la tercera que más divisas trae al país sólo por debajo del sector de las manufacturas y el automotriz.

La crisis climática en México se traduce en afirmar que el país atraviesa su más fuerte estiaje de las últimas tres décadas; las presas tienen niveles críticos y como consecuencia el sector agrícola reporta una inflación de 6.4% hasta abril.

En los últimos días habrá notado que el encarecimiento de alimentos ya se deja sentir en el maíz, aguacate, papa, tomate y el frijol. Al complejo panorama se añade que la industria percibe que el gobierno no reacciona porque llevan más de dos años operando sin fondos para la tecnificación y para paliar los efectos de los desastres naturales. Entonces, sólo queda esperar la lluvia.

Una serie de factores interactúan y se combinan para explicar el impacto de la sequía en México. Los más importantes son el climático, económico, político y el social. Vamos por partes.

A falta de tortillas…

En Sonora, por ejemplo, el kilo de las tortillas han alcanzado un costo de 27 pesos. ¿Qué fue lo que pasó? La respuesta inmediata es que el maíz está caro, pero el trasfondo es el cambio climático.

El maíz en grano es primordial en la dieta mexicana y su cultivo es el más extendido en el país, pues se siembra en seis millones de hectáreas, de 24.6 millones destinadas a la agricultura en México. Mayo, junio y julio son meses clave, pues su cosecha alcanza rendimientos de cinco hasta 13 toneladas a nivel nacional, es decir, en ese periodo en el territorio nacional se produjo 27% del total anual.

El hecho de que de enero hasta al menos abril se extendiera el estiaje y actualmente 87% del territorio presente algún grado de sequía, de acuerdo con el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), explica los bajos rendimientos del maíz.

La cosecha que está empezando será menor que la del año pasado, ya que en estados clave productores de maíz hace falta agua. Ese es el caso de Sinaloa, que produce por sí solo 22% del maíz del país.

“Sinaloa en lugar de traer seis millones de toneladas, este año traerá 4.8 millones de toneladas, porque no hay los riegos suficientes”, dijo Juan Carlos Anaya Castellanos, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) y agregó que el caso de Tamaulipas es peor porque en lugar de producir 700 mil toneladas de maíz si acaso van a traer entre 150 y 100 mil toneladas.

De acuerdo con Anaya Castellanos, eso hace que la producción en México baje y tengamos que importar más maíz, principalmente de Estados Unidos y Brasil. Este último país es conocido como el granero del mundo, pero ahora no le hace tanto honor al nombre porque el fenómeno de La Niña le provocó sequías tan potentes que su exportación de granos, por ejemplo de café, se desplomó en 8.5 por ciento.

Las repercusiones de la falta de maíz no son sólo un asunto mexicano. Con Brasil afectado por La Niña, Estados Unidos padeciendo un clima frío y seco y con China acaparando los granos para llenar su stock (debido a sus altos precios domésticos) el maíz disparó su valor en los mercados de futuro.

›Un análisis de GCMA señaló que en mayo los futuros de maíz alcanzaron 283 dólares por tonelada, un nivel récord en ocho años. Desde mayo de 2020, el precio se ha incrementado en 159 dólares, un aumento del 129% y no se ve una tendencia de que eso cambie y pegará directamente a la tortilla.

“El precio de la tortilla se ha encontrado por arriba entre 10% y 12% y prevemos que siga subiendo más, porque el precio del maíz ha estado subiendo de una forma muy importante. El precio del maíz andaba en siete mil 200 pesos y hoy ronda de siete mil 800 a ocho mil la tonelada. El año pasado el precio del maíz andaba entre tres mil 800 a cuatro mil 100 pesos”, agregó Anaya Castellanos.

Además, desde enero de 2021 hasta abril, las mediciones del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) han detectado variaciones quincenales importantes en alimentos como el tomate verde que se elevó en 7.36%, chile serrano 25.13%, aguacate 15% y jitomate en 18.8 por ciento.

¿Más agua a los frijoles?

En estos momentos no conviene hacer un pico de gallo, pero tampoco se le podría poner más agua a los frijoles, pues también está bajo amenaza su producción por la falta de agua.

Del total de hectáreas para la agricultura en México, seis millones de ellas son cultivos de riego y todo lo demás corresponde a cultivos en los que si no llueve no se produce alimento o se produce muy poco.

Zacatecas, Guanajuato, Durango, Chihuahua y San Luis Potosí se encuentran entre las 15 entidades con la totalidad de sus municipios azotados por la sequía, lo cual reducirá considerablemente las expectativas de la producción de frijol de temporal. Además, 44 municipios de Hidalgo presentan sequía severa,18 sequía moderada y 19 se encuentran anormalmente secos. Los cultivos más afectados ahí son maíz, frijol y cebada.

Desde 2019, la producción de frijol disminuyó hasta 879 mil toneladas, es decir, 26.5% como consecuencia de la falta de agua, principalmente en el ciclo primavera-verano (en la fase de siembra y desarrollo), ello provocó que las afectaciones fueran 1.6 veces mayores en comparación con el año previo.

El dato. Zacatecas, Guanajuato, Durango, Chihuahua y San Luis Potosí están entre las 15 entidades más azotadas por la sequía.

La desgracia meteorológica

Si bien las sequías son un fenómeno natural con el que la humanidad ha convivido a lo largo de la historia. El problema es que la crisis climática provoca que los fenómenos como la sequía, La Niña y los ciclones sean más intensos y se presenten de forma menos espaciada.

Expertos en sistemas meteorológicos señalan que el fenómeno de La Niña que se caracteriza por temperaturas oceánicas inusualmente calientes sobre la zona ecuatorial del océano Pacífico no se veía con tanta intensidad desde 2011 (cuando se extendió por casi dos años), por lo que atribuyen su presencia al periodo de sequías.

Sin embargo, el informe emitido el 13 de mayo del Centro de Predicciones Climáticas (CPC, por sus siglas en inglés) señaló el debilitamiento del fenómeno de La Niña, por lo que este comenzaría a tender a una fase neutra.

La esperanza de lluvia en el sector agrícola es esencial esta temporada, sobre todo por los ciclones tropicales que iniciaron el pasado 9 de mayo con la depresión tropical 1-E del Pacífico, que generó la tormenta tropical Andrés. Tanto ese fenómeno, como los otros 38 que pronostica la Secretaría de Marina (Semar) podrían ser el factor que alivie la sequía, todo depende de un factor: la ruta de esos fenómenos.

La doctora Christian Domínguez Sarmiento, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante una conferencia virtual, explicó que los ciclones de trayectorias rectas y los que tienen una ruta que los confina al Golfo de México podrían contribuir a generar lluvia estacional y llenar las presas de los estados del norte, que actualmente están entre 25 y 50% por debajo de su nivel usual.

Por el lado del océano Pacífico, los ciclones generados en las costas de Oaxaca que recurvan, al noroeste podrían tener el mismo efecto.

Sin embargo, aquellos ciclones que se generan lejos de las costas y tienden a seguir una ruta que se aleja del país tienen un efecto adverso. Domínguez Sarmiento detalló que esas rutas ciclónicas absorben la humedad en el ambiente y la “roban”, en lugar de generar lluvias, por lo que agravan las condiciones de sequía.

“El cambio climático está teniendo una afectación cada vez más fuerte en nuestro país, grandes partes de nuestro país se están volviendo más secas y más frías. Yo te diría todo a partir de Tabasco hacia el norte, en algunas más y en otra menos, pero se está sintiendo esta sequía de toda la zona occidente hacia el norte”, dijo a ejecentral Juan Cortina Gallardo titular del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).

Aunque la Marina y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) son las entidades con más detalles de los fenómenos naturales no cuentan con un mecanismo para advertir con precisión y tiempo suficiente cuál será la ruta que siga un ciclón. Estos elementos ponen en jaque al gobierno en su respuesta ante el comportamiento de la naturaleza y en la información que da para los sectores afectados como el agrícola.

“En todas las predicciones está el que no se ve regresar al nivel de las presas que deben de tener. Todo dependerá de la temporada de ciclones, tendremos que esperar al final a ver cómo sale la temporada de lluvias”, agregó Juan Cortina Gallardo.

¿Quién paga los platos rotos?

Si bien es lamentable que ahora resulte tan caro hacer un pico de gallo y hasta comprar tortillas, no sólo las personas consumidoras la pasan mal.

Una sequía puede provocar pérdidas cuantiosas a los productores medianos y grandes, pero también puede devastar a los pequeños. Depende del tipo de cultivo que tengan.

La forma de la agroindustria se divide entre cultivos de temporal y de riego. Los primeros son cultivos que se llevan la peor parte de la sequía, porque si no llueve no se produce alimento o se produce muy poco y también son los que con frecuencia los pequeños productores los usan para el autoconsumo. Si ese es el caso y las lluvias no llegan de la forma ideal, es probable que esa familia que depende de su cultivo se quede sin comer.

A pesar de que el sector agrícola emplea a más de 5.4 millones de personas, el 35.8% de ellos gana hasta un salario mínimo, 28.9% más de uno y hasta dos salarios mínimos y el otro 21% no recibe ingresos por su labor, de acuerdo con el Atlas Agroalimentario 2020 del gobierno mexicano.

En una zona de siembra dedicada al temporal, los rendimientos van de cinco a seis toneladas por hectárea. Mientras que en los cultivos de riego, que se abastecen del agua que hay en las presas, esa cantidad se duplica, tal es el caso de Sinaloa donde una hectárea rinde entre 10 y 12 toneladas. Estos cultivos producen trigo, maíz, sorgo, frijol, caña de azúcar, algodón y arroz, principalmente.

Los cultivos de riego dependen de la lluvia que cae y que captan las presas. México cuenta con más de 200 presas y hasta la última medición del Sistema Nacional de Información del Agua algunas de ellas tenían niveles de apenas 3% y siete más no llegaban ni al 1% de su capacidad.

Del total de presas en México, 138 son usadas para la industria agrícola y de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera que monitorea las presas en periodos de cada 10 días, la disponibilidad de agua hasta el 30 de abril era de 32 mil 233.3 hectómetros cúbicos (hm3); es decir, mil 793.4 hm3 menos, respecto a la decena anterior y 20 mil 450.3 hm3 menos, en comparación con la misma decena de 2020.

Hasta ese momento, la región sur presentó el mayor porcentaje de almacenamiento con 42.4%, pero en el área noroeste, donde están zonas elementales para cultivos como el maíz presentó un llenado menor de apenas 12.2 por ciento.

El registro de almacenamiento en las presas indica que 50 de ellas se encuentran a 50% de su capacidad, mientras que otras 50 presas reportan un almacenamiento de entre menos de 50 y hasta 20 por ciento. Además, 38 presas

más tienen niveles por debajo del 20% de su capacidad, una condición alarmante sobre todo para el noroeste que depende casi por completo de las presas.

Precisamente el noroeste mexicano es la región más mecanizada del país. Casi el 98% de la superficie cultivada está total o parcialmente industrializado; en cambio, las regiones menos productivas del centro y sur recurren menos al apoyo de la máquinaria, de acuerdo con la investigadora Consuelo Soto Mora.

A pesar de la amplia tecnificación en el sector agrícola, tanto el titular de GCMA como el director del Consejo Nacional Agropecuario, señalan que es necesaria la tecnificación del sur y sureste mexicano para elevar el rendimiento del sector.

“Tenemos un campo fuerte, competitivo, pero también es un mosaico, hay que pensar en políticas públicas que ayuden a los pequeños productores”, dijo Cortina Gallardo.

Sin fondos

Pero si los productores y consumidores

absorben el daño económico de la sequía, ¿qué está haciendo el gobierno?

“En los últimos presupuestos del actual gobierno nos han eliminado a los productores todos los apoyos del sector agrícola. Había un seguro catastrófico para este tipo de situaciones que se tenía por parte de la Secretaría de Agricultura con los estados, para poder cubrir ante fenómenos catastróficos las superficies agrícolas y ganaderas, esto ya no existe. Eso es lamentable”, mencionó Juan Carlos Anaya Castellanos.

Con la desaparición de los fideicomisos federales, se eliminaron fondos destinados a la tecnificación del campo, el Fondo Sectorial de Investigación en Materia Agrícola, Pecuaria, Acuacultura, Agrobiotecnología y Recursos Fitogenéticos y otros que eran para mejorar la infraestructura.

A más de dos años de la actual administración de Andrés Manuel López Obrador, los productores agrícolas resienten el cambio y lo que se dejó de hacer.

“En los módulos de riego lo que hemos visto es que falta modernización, el 70% del agua se usa para el sector agropecuario. De eso se pierde 50% en la conducción del agua si no tienes canales de cemento y los tienes de tierra, se pierde mucha efectividad”, apuntó el director de GCMA.

La llamada Cuarta Transformación impulsó el programa Sembrando Vida, que es para apoyar a pequeños y medianos productores a plantar árboles maderables y frutales. Sin embargo, tanto Anaya Castellanos como Cortina Gallardo se muestran escépticos sobre los beneficios de uno de los programas estrellas del gobierno federal.

“Yo lo veo como un programa que no fomenta la productividad y lo único que está haciendo es dar un recurso a pequeños productores. Que eso es muy bueno, pero no es un dinero que los ayude a salir de la pobreza y los lleve a ser más productivos”, dijo el titular de GCMA. “Hasta ahorita sobre Sembrando Vida la verdad es que yo no he visto nada”, agregó el titular del Consejo Nacional Agropecuario.

Diana Valencia, una pequeña productora agrícola, contó a ejecentral que el programa Sembrando Vida también tiene la falla de pedir como requisito contar con una hectárea para ser beneficiaria, por lo que los microproductores quedan completamente en el desamparo.

¿Hacia dónde ver?

La crisis climática no es el futuro, ya está aquí y si bien los expertos coinciden en que no es cercano un escenario en el que los alimentos dejen de producirse o existir, es cierto que la forma de alimentación debe modificarse.

La Red de Alimentación y Sostenibilidad (RAyS), un grupo de investigadores de diversas universidades y disciplinas, detalló a ejecentral cuáles son los temas urgentes para atender. Se trata de diversificar los modos de cultivo como la milpa que son más locales y amigables con el medio ambiente, pero también mirar hacia dietas sostenibles y guías alimentarias como las recomendadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) en las que se aminora el consumo de carnes rojas.

Tanya Marcela González, maestra en Ciencias, Luis Bracamontes Nájera. doctor en Ciencias de la Sostenibilidad, y María José Ibarrola Rivas, doctora en Ciencias Ambientales, todos por la UNAM, así como la maestra en Recursos Naturales y Desarrollo Rural por la Universidad de Chapingo, apuntaron en entrevista que volver a la mirada local a la hora de alimentarnos es esencial, pues se contribuye a la economía de los productores de la región, los costos de transporte de alimentos se aminoran y se come lo que la tierra provee según la temporada.

Sin embargo, como RAyS los investigadores también coincidieron en que no todo el impacto ambiental del sector agrícola debe recaer en los consumidores finales, sino que es también una responsabilidad de los gobiernos y los productores que participan en toda la cadena de suministro de alimentos ser conscientes de cómo usan el agua, cómo la distribuyen y quién se favorece de ello.

Si las cosas continúan así y la crisis climática se agrava habrá “una catástrofe por donde se vea, y será incontrolable la inseguridad hídrica y alimentaria”, señalaron expertos de RAyS.

Desde el lado de los consumidores hay un llamado a ser responsables y críticos con los alimentos que se consumen desde nuestra dieta y sobre todo detenerse a cuestionar el origen de los alimentos y preguntarse cuál es su verdadero valor.

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