Semillas de lino, conócelas
Por sus propiedades esta simiente ha ganado fama como un superalimento por excelencia cuyos usos pueden ser medicinales y nutricionales
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Anna Subbotina
Estas semillas se obtienen de la planta del lino, la misma con la que se extrae aceite y también con la que se fabrica el tejido para elaborar piezas textiles. El lino es una fuente de ácidos grasos Omega3, Omega 6 y Omega 9; de vitaminas B, E y de minerales como hierro, calcio, potasio y magnesio. Su altísimo contenido en fibra (27 gramos por cada 100 gramos de semillas), unido a las propiedades anteriores hacen del lino uno de los “superalimentos” más completos que existen, lo que la convierte en la fuente vegetal más rica que se conoce. Las variedades más conocidas y consumidas son las de tono dorado, marrón y rojizo. Si son blancos o verdes es que han sido cosechadas antes de tiempo y en caso contrario, si son oscuras significa que las recolectaron mucho después de lo que correspondía. Estas últimas, las negras, no deben ser ingeridas en crudo. Estas cualidades se traducen en una serie de beneficios que justifican el boom de este alimento en los últimos años.
Ayuda a controlar el colesterol
El altísimo contenido en Omega 3 hace de estas simientes un aliado perfecto para el control de los niveles de colesterol. Al respecto, la Universidad de Cambridge ha publicado dos estudios en los que queda demostrado el efecto directo entre el consumo de las semillas de lino y la reducción del colesterol.
Favorece el tránsito intestinal
La cantidad de fibra que contiene el lino mejora de manera directa el tránsito intestinal. Además, una buena digestión está relacionada con una ventaja a la hora de perder peso por lo que es habitual que algunos dietistas y endocrinólogos introduzcan el lino en los regímenes de adelgazamiento.
Es un potente antioxidante
Su carga de vitaminas E y B y el Omega 3 lo convierten también en un gran suplemento de belleza, pues tanto la piel como las uñas y el pelo se verán fortalecidas si se empieza a consumir lino de manera regular. A pesar de su apariencia sencilla, para aprovechar los beneficios que esta semilla puede aportar a nuestra salud, consumirla de forma correcta, pues de la manera que se ingiera se puede sacar partido a sus propiedades.
¿Cómo podemos consumirlo?
Lino molido La opción en la que tiene más aporte nutricional se puede obtener de este alimento. La semilla en crudo tiene una cáscara demasiado dura para masticarla con facilidad y los ácidos del estómago tampoco son capaces de deshacerla por lo que, de no tomarlo molido, el lino pasará por nuestro intestino sin hacer efecto alguno. El lino molido se puede espolvorear en cualquier comida, puedes hacerlo sobre bebidas, ensaladas o yogurts. Lino con agua Es la manera de tomarlo si el efecto que buscamos al ingerirlo es laxante. Estas semillas son ricas en mucílagos, unas fibras vegetales que al contacto con el agua crean una sustancia gelatinosa, que es la que hace del lino humedecido un gran aliado del buen tránsito intestinal. Lino seco El lino es demasiado duro para consumirlo entero y aunque en cantidades adecuadas no es perjudicial, tampoco producirá beneficio alguno en nuestro organismo, por lo que no es muy recomendable consumirlo en en esta forma. Aunque las propiedades beneficiosas de las semillas de lino están avaladas por numerosos estudios y expertos en nutrición, no podemos olvidar que no todos tenemos las mismas necesidades y que, según cuál sea el estado de nuestra salud, algo tan nutritivo como puede ser este alimento quizás no es lo que mejor nos sienta en un momento dado. Así, si sufrimos problemas como la diabetes, una cardiopatía, complicaciones intestinales o estás embarazada un bebé, es recomendable consultar con un médico antes de introducir el lino como un alimento habitual en nuestra dieta.