“Las reglas rígidas de distanciamiento social seguro son una sobresimplificación basada en ciencia obsoleta”. Con estas palabras, un grupo de expertos hace una revisión de la física actual de la transmisión de las microgotas y proponen, con base en ella, una tabla que permite tener una certeza sobre el riesgo de contagio asociado a los tipos de reuniones.
“Las reglas que estipulan una única distancia física específica (uno o dos metros) entre individuos para reducir la transmisión del SARS-CoV-2, el virus que causa el Covid-19, se basan en una noción anticuada y dicotómica del tamaño de las gotas respiratorias” explican Nicholas R. Jones y colaboradores en la entrega al BMJ (British Medical Journal).
Los autores señalan que no es que existan, por un lado, unas gotas relativamente grandes que caen por gravedad cerca del sujeto que las emitió y, por otro, aerosoles con gotas micrométricas que permanecen flotando; sino que se trata de un continuo.
Las emisiones respiratorias, “gotas de todos los tamaños quedan atrapadas y son movidas en la nube de gas turbulento húmedo y caliente exhalado que las mantiene concentradas mientras las transporta por varios metros en unos pocos segundos”, explican.
De acuerdo con su revisión, los estudios sobre cuánto viajan las gotas de saliva iniciaron a finales del siglo XIX, y la “distancia segura” de entre uno y dos metros fue establecida a finales de los cuarentas, aun cuando un estudio de 1948 detectaba, con las limitaciones de la época, posibilidad de infección a los casi tres metros.
Sin embargo, al hacer una revisión sistemática de investigaciones más recientes encontraron que ocho de los 10 estudios analizados “mostraron una proyección horizontal de gotitas respiratorias más allá de dos metros para partículas de hasta 60 µm”. En un caso hasta entre seis y ocho metros.
La realización de estudios se complica porque hay una gran cantidad de variables. Por ejemplo, de parte del emisor, espirar con fuerza, cantar, toser y estornudar generan nubes de gas caliente, húmedas, con un gran impulso de aire exhalado y que contienen gotitas respiratorias; después influye mucho la ventilación.
Estos factores ayudan a explicar, por ejemplo, “por qué en una práctica de coro en EU, una persona sintomática infectó al menos a otros 32 cantantes, con 20 casos probables más, a pesar del distanciamiento físico”.
Dado que también son relevantes los patrones específicos de flujo de aire, la carga viral del emisor, la duración de la exposición y la susceptibilidad de un individuo a la infección, los autores concluyen con el señalamiento de que falta mucha investigación para despejar incertidumbres.
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