Solo: un Han edulcorado

2 de Noviembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Solo: un Han edulcorado

alejandro aleman

Cuando en A New Hope (Lucas, 1977) conocimos a Han Solo (Harrison Ford), estábamos frente a un personaje disonante: un bandido, apostador, contrabandista, en medio de un grupo de magos, princesas y un chico ingenuo, pero con corazón de oro. Han Solo resultó ser demasiado oscuro en una saga demasiado blanca. Para el George Lucas de los años 70, que Han matara a sangre fría a un alienígena en la cantina era algo natural, una descripción exacta del personaje, pero la corrección política del nuevo milenio lo hizo claudicar, tratando de vendernos la idea de que él solo se defendía a una agresión inmediata anterior. Es decir, Han siempre ha sido un héroe de buen corazón. Esa peligrosa patraña continúa viva en Solo, la nueva cinta del universo Star Wars que pretende narrar los orígenes del personaje. ¿Cómo es que Han Solo se convirtió en ese cínico adorable que no mueve un dedo si no hay dinero de por medio y al que sólo le importa él mismo? Todas esas preguntas, que eran obvias, no se responden en esta cinta, o al menos no de forma satisfactoria. Con un guion a cuatro manos escrito por Jonathan y Lawrence Kasdan, y dirigida por el emergente Ron Howard, Solo es una cinta de aventuras que abreva principalmente del western clásico (asalto al tren incluído), con ligeros guiños kubrickianos (una secuencia a lo Paths of Glory) y autoreferencias al otro universo de Lucas (American Graffiti, 1973) donde más que una evolución del personaje lo que presenciamos es cómo se fue haciendo de sus amigos (el legendario Chewbacca, el seductor Lando), su blaster, y por supuesto, de su mítica nave, el Halcón Milenario. Aislado, el filme funciona como una competente cinta de aventuras cuyas mejores escenas son aquellas protagonizadas por el Halcón Milenario (verdadera estrella de la cinta), pero como parte de la saga, se trata de un capítulo menor que además elude las preguntas básicas sobre el personaje. Aquí Han dispara primero, pero ni Howard, ni Kasdan (ni Disney) están dispuestos a aceptar que uno de los principales personajes de la franquicia sea un asesino y apostador. Eso no vende muñequitos. Así, esta cinta, fracturada desde su origen (el despido de sus directores originales), se conforma con dos horas de acción, actuaciones irregulares, muy poco humor (algo imperdonable en una cinta de Star Wars), ni una sola línea memorable y apenas un personaje entrañable (Phoebe Waller-Bridge en la voz de la robot L3). Con esta ya son cuatro las cintas de Star Wars producidas bajo el mando de Disney, un experimento que ha dado mucho dinero, pero muy poco cine.

@elsalonrojo