Almacenados: más que teatro filmado

25 de Diciembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Almacenados: más que teatro filmado

almacenados

Durante su corta pero constante carrera (tres largometrajes en cinco años), el mexicano Jack Zagha ha explorado las muchas formas de hacer comedia en el cine.

Desde la historia disparatada con un gran ensamble de actores a lo Tin Tan (Adiós Mundo Cruel, 2010), pasando por la comedia melancólica en clave de road movie (El Último Trago, 2014), incluso (adelantándose al boom de los youtubers) el humor viral de chistes con su exitoso corto Yo también te quiero, que se hizo viral en YouTube.

Almacenados, su tercer largometraje, es el primero en el que Zagha recurre a un material que no es de su autoría, además de verse obligado a usar los mínimos recursos para esta curiosa puesta en imágenes. Se trata de la adaptación a cine de la obra homónima escrita por el dramaturgo español David Desola y que en México fue montada en exitosa temporada teatral por Héctor Bonilla y su hijo como protagonistas.

La anécdota es mínima: un adolescente llamado Nin (Hoze Meléndez) llega a su nuevo trabajo en un almacén a las afueras de la ciudad. Ahí se encuentra con su jefe, el riguroso y estricto señor Lino (José Carlos Ruiz), quien con 39 años de experiencia en el mismo puesto le explicará la “complicada” operación de aquel almacén de mástiles y asta banderas que siempre se encuentra vacío. Checar tarjeta, ponerse la bata, esperar los productos, descargar los camiones. A eso se resume el trabajo del Señor Lino (que está a cinco días de jubilarse) y cuya responsabilidad pasará a manos del joven Nin. Lo cierto es que en ese trabajo no hay nada qué hacer, y aunque en su cabeza Lino crea que esos 39 años de no hacer nada han valido la pena, el joven Nin pronto le hará notar lo ridículo de ver pasar el tiempo sentado tras un escritorio.

El desierto del godinismo puesto en duda por un joven que no entiende el sentido de pasar toda una vida de “horas nalga”. Con sólo dos actores y una locación, la cinta podría haber terminado en el vicio recurrente del “teatro filmado”, pero la cámara de Claudio Rocha busca afanosamente encuadres que impregnen una narrativa visual bastante lograda.

En todo caso, el rapport entre el ya legendario José Carlos Ruiz y el notable trabajo del debutante Hoze Meléndez son los que hacen de este extravagante ejercicio fílmico una cinta sumamente agradable y divertida. @elsalonrojo Ingeniero, locutor y crítico de cine con más de 10 años de experiencia profesional.