@elsalonrojo
Aquí vamos de nuevo. El año es 2104. La nave se llama Covenant. La misión: colonizar el planeta Origae-6 que, según los datos, es perfectamente habitable. El problema: una falla técnica obliga al Covenant a probar suerte en un planeta cercano que parece ser un paraíso verde de cielos y ríos azules. El horror: está lleno de huevos de alien. Comiencen a correr.
¿Cuántas veces más tenemos que ser testigos de este escenario? Palabras más, palabras menos, esta historia ya nos la han contado cuatro veces: en las extraordinarias Alien (1979) y Aliens (1986) y en las pésimas Aliens 3 (1992) y Aliens: Resurrection(1997).
Luego vendría Prometheus (2012), cinta que intenta romper con el survival horror dando un giro casi filosófico al narrar la historia de unos científicos que viajan a un planeta lejano donde, según sus estudios, se originó la vida. Y sí, al llegar encontraran esos malditos huevos de alien. Otra vez. La crítica en su momento destrozó Prometheus, entre otras cosas por justo no tener alienígenas (el único de ellos sale al final) y reemplazarlos con dudas existenciales y algunas escenas memorables (la improbable secuencia del aborto, las referencias al cine de David Lean) en un tono ominoso que generaba tensión.
Covenant es un paso atrás. Olvídense de la filosofía new age de Prometheus, aquí todo es correr, gritar, morir. El clásico survival horror con todo lo que se puede esperar: jump scares, face huggers, chest busters, mucha sangre y la bestia enorme que no se detendrá jamás.
Pero en no pocos momentos uno piensa: demonios... ¡esto ya lo vimos! Ya sabemos que la chica no morirá, que la tripulación caerá uno a uno, que esos dos que tienen sexo en la regadera no llegarán a Navidad, que el maldito alien sobrevivirá para encontrarse en un lejano futuro con el Nostromo. Ya lo sabemos. Cácaro: ¡ya la vimos!
El reparto multinacional y multiétnico no resulta memorable, todos serán simple carne de cañón aunque, contrario a lo que podría pensarse, el mexicano Demián Bichir no es de los primeros en morir.
La película, en todo caso, pertenece a Michael Fassbender. Su personaje es enigmático y su actuación es seductora. Si bien ello no alcanza para hacer de esto una gran película, su presencia eleva el interés y aleja un poco el aburrimiento.Covenant es más un epílogo de Prometheus que una precuela de Alien. Una cinta que dejará satisfechos a los fans del monstruo, pero que decepcionará tremendamente a los fans del cine.
Ingeniero, locutor y crítico de cine con más de 10 años de experiencia profesional