La represalia aumentó sobre Ucrania. Teniendo como argumento una reciente incursión de las tropas ucranianas en su territorio, el gobierno de Rusia efectuó bombardeos masivos contra el país, que incluyeron el uso de misiles hipersónicos.
Se trató de seis proyectiles con capacidad de viajar al menos cinco veces la velocidad del sonido, lo que los hace particularmente difíciles de detectar. En este caso, lograron eludir las defensas aéreas de Kiev y matar al menos a nueve personas y dejar varios heridos en Leópolis, Jersón y la región de Dnipro.
“El ataque es realmente a gran escala y por primera vez usa tipos de misiles tan diferentes. Hasta ahora, no tenemos capacidades para contrarrestar estas armas”, informó Yurii Ihnat, portavoz del Comando de la Fuerza Aérea de Ucrania.
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Esta nueva escalada también mereció una declaración del presidente Volodymyr Zelenski, quien ante medios, calificó el ataque como “tácticas miserables”, ya que provocaron además problemas de suministro eléctrico en varios lugares del país, como la capital Kiev, donde se registraron también explosiones, o Járkov, cuyo alcalde aseguró que no tenían electricidad, agua ni calefacción.
El gobierno de Estados Unidos fue otro de los que reaccionó al uso de estos misiles. Olivia Dalton, vicesecretaria de prensa, dijo a los medios de comunicación de su país que “es devastador ver estos ataques brutales e injustificados contra infraestructuras civiles en toda Ucrania”, mientras que el ministerio de Defensa ruso aseguró que el ataque fue “en respuesta a los actos terroristas del régimen de Kiev en la región de Briansk el 2 de marzo”.
Pero la amenaza de estos nuevos misiles se puede extender más allá del daño inmediato. Según Alexander Rodnyansky, asesor económico de Zelensky, el hecho de que Rusia tenga entre sus objetivos la infraestructura energética y económica del país, “manda una señal muy fuerte a todos en Ucrania, y quizás a algunos de nuestros refugiados de que la vida está muy lejos de volver a la normalidad”.
De esta forma, aseguró, no solo los ucranianos que han abandonado el país seguirán sin volver, sino que incluso las empresas se abstendrán de invertir, lo que acentuará la crisis dentro del territorio.
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