“Según las previsiones, cerca de 670 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, es decir, el ocho por ciento de la población mundial, igual que en 2015, cuando se puso en marcha la Agenda 2030”. Esta afirmación viene en el documento recién dado a la publicidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), con la participación de las otras agencias de la ONU que tienen que ver con el tema: UNICEF, PMA, OMS y el FIDA, denominado El Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo.
Ya queda claro que será imposible que se cumplan dos de las principales metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición no serán erradicadas en 2030 ya que, como bien apunta el documento de la FAO, “el mundo se está moviendo en la dirección equivocada” y lo está haciendo desde hace muchos años.
Todavía resuenan las palabras expresadas por el comandante Fidel Castro Ruz, cuando en la Cumbre de Alimentación organizada por la FAO en Roma en el año de 1966 se proponía como objetivo reducir a la mitad las personas con hambre, y él expresó: “qué mercurocromo vamos a aplicar para que dentro de 20 años haya 400 millones en vez de 800 millones de hambrientos, estas metas son, por su sola modestia, una vergüenza”.
Y, efectivamente, son una vergüenza. Hoy estamos casi igual que hace 25 años y las perspectivas en muchas partes del planeta son terribles.
Algunos de los datos que aporta el documento ponen en relieve la realidad de la cada día peor desigualdad que aún crece en el mundo y al interior de los países; por ejemplo, se calcula que en 2020, 22% de los menores de cinco años padecía retraso de crecimiento, el 6.7% emaciación y el 5.7% sobrepeso. Asimismo, que en 2019 a escala mundial casi una de cada tres mujeres entre 15 y 49 años (571 millones) sufría anemia.
Quizás el dato que más refleja nuestra realidad es que se calcula que en 2020 casi tres mil 100 millones de personas no tenían acceso a una dieta saludable por el incremento de su costo, aumentado la cifra en 112 millones de un año a otro debido a las repercusiones económicas de la pandemia y las medidas económicas tomadas por algunos países para contenerla.
Otro dato de los muchos que aporta el documento se refiere a que dos mil 300 millones de personas en 2021 sufrieron lo que técnicamente se llama inseguridad alimentaria moderada o severa, que significa que tuvieron que restringir su consumo de alimentos o de plano dejar de comer porque no les alcanzan los recursos para ello.
Se destaca en el informe que los apoyos fiscales proporcionan una mejor ayuda para obtener una dieta saludable si son entregados a los consumidores en lugar de a los productores.
La FAO insiste en que es necesario una revisión de las políticas de apoyo a la agricultura y al control de precios porque de poco han servido hasta ahora, pero para lograrlo se necesitaría que de verdad este tema se tomara con la seriedad que merece, ya que es el principal derecho humano y de los ODS, ya que el resto de los derechos humanos no cuentan si no se puede subsistir.
En nuestro país se debería hacer una intensa y profunda revisión de los apoyos al campo, el control de precios y la manera de asegurar la alimentación para aquellos que no pueden adquirirla por sus condiciones económicas.
Y, en esta revisión, hay que reconocer que la empresa Segalmex, creada por este gobierno, no ha dado los resultados que se esperan de ella y, por el contrario, todo apunta a que ha perjudicado a los que menos tienen, aparte la corrupción en la cual está inmersa. En resumen, efectivamente es una vergüenza que haya millones de personas pasando hambre en el mundo y en México, y que lo veamos como algo normal o como un mero dato estadístico.