En el artículo de la semana pasada escribíamos sobre la enorme crisis alimentaria que se cierne sobre el mundo, principalmente en los países más pobres, y la necesaria actuación y colaboración del conjunto de todas las naciones para amainar un poco este jinete del apocalipsis que es el hambre.
En esta ocasión quisiera referirme a otro jinete, el que se relaciona con el sobrepeso y la obesidad, tan presentes en el mundo, pero de manera especial en nuestro país.
A finales del mes pasado se presentó la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021 (ENSANUT 2021) en el Programa Universitario de Estudios sobre el Desarrollo de la UNAM. La presentación estuvo a cargo de la doctora Teresa Shamah, quien, junto con varios colaboradores, mostraron los datos más importantes a los cuales me voy a referir a continuación.
Esta encuesta se realiza anualmente a partir del año 2020; es un trabajo en conjunto entre la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Salud Pública, y su objetivo, según el documento, es actualizar la situación y tendencias de indicadores escogidos sobre las condiciones de salud y nutrición de los habitantes del país.
Para la encuesta recientemente presentada, se obtuvo una muestra de 12 mil 619 hogares que representan los más de 36 mil hogares repartidos en todo el país.
Un dato revelador fue que 54% de las familias encuestadas no tienen derechohabiencia, es decir, no cuentan con ningún tipo de atención pública o privada. El resto es atendido básicamente por el IMSS y el ISSSTE y tan sólo 0.3 % cuenta con seguro privado, un dato que refleja claramente la desigualdad que existe en nuestro país. Este es un tema grave que no ha podido resolver el actual gobierno ante el relajo que trae con la desaparición del seguro popular y el fracaso del INSABI.
En esta encuesta se incluyeron preguntas referentes a la pandemia y una conclusión que me parece muy importante es que conforme vamos avanzando en edad muchas personas se vuelven más reacias a vacunarse, con el argumento de que se “cree que la vacuna tiene efectos adversos a su salud”. En las personas de 30 a 39 años fue 12 %, mientras que en los de 60 y más llegó al 30 %.
En cuanto a su opinión sobre su nivel de seguridad alimentaria solo el 39% se consideran seguros; el 35 % con inseguridad leve; el 16% con moderada y el 10 % con inseguridad severa.
Y uno de los temas más lacerantes y que está siendo muy costoso para nuestro país al no atenderse con urgencia, es el referente a las niñas y los niños de entre cinco y 11 años con sobrepeso y obesidad, mismos que alcanzan un 37.4 % en promedio, siendo el 40 % de ello varones. Y si nos vamos a los adolescentes de 12 a 19 años, tenemos que el 43 % también tiene sobrepeso y obesidad.
Uno de los cuadros de la encuesta muestra que en el caso de sobrepeso y obesidad de adultos mayores de 20 años existe mucha diferencia por región, ya que mientras en Aguascalientes sobrepasan el 80 %, en Chihuahua es 60 % y a nivel nacional es de 70 %.
Somos de los países con mayor número de personas, desde la infancia hasta la vejez, con estos padecimientos, lo cual debería ser un punto de referencia para las autoridades de salud para promover campañas, acciones y consejos para reducirla; sin embargo, en las prioridades presupuestarias no se ve que le den mayor importancia, aunque algunos estudios hablan de que su atención ya cuesta más del 2 % del PIB y que en los próximos años, de seguir como vamos, seguramente se duplicará.
Encuestas como ésta deberían servir para tomar decisiones contundentes que mejoren la salud de la población en temas tan sensibles como la obesidad y el sobrepeso, si no, no se entiende para qué las hacen. No es un tema solo de academia, sino sobre todo de política pública.