Una vez más, por diferentes caminos, vuelve a tomar fuerza la propuesta un Ingreso Ciudadano Universal (ICU). Ahora con mayor razón, por los efectos negativos de la pandemia.
La semana pasada, la revista The Economist, que podríamos decir es la biblia para los neoliberales, publicó un artículo en el cual recoge varias de las medidas que están adoptando diversos gobiernos para paliar los efectos de esta crisis mundial y dice que quizás se está pavimentando el camino para llegar al Universal Basic Income (UBI), como se conoce en inglés.
Toma como dato interesante la propuesta que hizo un candidato para la nominación del partido demócrata, el señor Andrew Yang, quien ofrecía dar a cada estadounidense mil dólares mensuales.
Con la llegada de la pandemia, dice la revista, más de mil millones de personas han recibido en el mundo dinero en efectivo en diversos países, lo cual ha sido aprobado con muy poca oposición política y, según el Banco Mundial, estas transferencias representan un tercio del total de ayuda que se ha dado.
Tenemos ejemplos como el de Hong Kong, donde la población ha recibido mil 300 dólares; Japón, donde reciben 930; Estados Unidos, donde en marzo del año pasado la mayoría de los adultos recibieron mil 200; y no digamos el impresionante paquete propuesto por el presidente Biden de 1.9 trillones de dólares, que ha sido aprobado por el Congreso y mediante el cual 160 millones de norteamericanos recibirán un cheque de mil 400 dólares, entre otros apoyos; y para combatir la pobreza infantil y que salgan de ella cuatro millones de niños se destinarán 150 mil millones de dólares más.
Si bien, como menciona la revista, estas transferencias no son exactamente un programa de ICU, sí representan la posibilidad de que sean el inicio de tal. Por ejemplo, en la elección del año que viene en Corea del Sur, habrá un referéndum para determinar si se establece el programa, mismo que tendría un costo del 14 por ciento de su Producto Interno Bruto, para lo cual habría que revisar los impuestos, principalmente de quienes ganan más.
En Francia, Benoît Hamon, quien fuera candidato a la presidencia por parte de los ecologistas, en una entrevista en la revista L’OBS, dice que el tiempo del ingreso universal ha llegado y que, por supuesto, él no es pionero en ello, sino que viene desde Thomas Payne en el siglo XVIII.
Argumenta que este ingreso le dará a cada individuo autonomía y modificará la estructura del poder y que, sin duda, es un proyecto ecológico, porque dará a las personas tiempo para modificar su comportamiento. La propuesta que hace es darle a cada ciudadano o residente en Francia entre 750 y mil euros al mes.
Asimismo, explica el señor Hamon que para entender lo que significa el ingreso universal hay que tomar en cuenta que sólo una parte de nuestro trabajo es remunerado, el que se refiere al empleo, pero el trabajo doméstico, el trabajo benévolo, etc., no lo son y deberían serlo.
Esta semana, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, la mexicana Alicia Bárcena, propuso que se debería otorgar un ingreso básico de emergencia de 120 dólares al mes para aquellas mujeres que quedaron desempleadas, mencionando que para nuestro país representaría el 0.1 por ciento del PIB si se entregara durante seis meses.
Como podemos apreciar, la pandemia ha ocasionado que la pobreza y la pobreza extrema crezcan en la mayoría de los países y uno de los mejores apoyos que se pueden dar son las transferencias monetarias generalizadas sin distinciones o requisitos, tal como se hace en nuestro país con el apoyo a los adultos mayores.
No sabemos cuándo saldremos de los efectos de la pandemia y tampoco sabemos cómo serán el empleo y el crecimiento económico. Por eso, esquemas como el ICU son los más apropiados para que los ciudadanos puedan al menos subsistir, porque ahora, en muchos casos, de eso se trata.