Durante los últimos días del mes pasado, se celebraron e iniciaron reuniones internacionales muy importantes para el mundo. Por un lado, la del llamado G20, que es el foro donde se reúnen los presidentes y directores de los bancos centrales de los países más desarrollados, incluido el nuestro, y que en conjunto representan más del 80% del Producto Interno Bruto mundial y, por otro, la reunión sobre el cambio climático, denominada COP26, que continuó esta semana.
Aunque se podría suponer que son dos reuniones diferentes, a mi juicio ambas tienen en su base un tema común: mostrar la terrible desigualdad que se agrava día con día en nuestro planeta y que afecta a millones de seres humanos.
Los líderes del G20 manifestaron su amplio apoyo a la medida que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) convocó con éxito, al juntar a cerca de 140 países con el fin de lograr que se fije un impuesto mínimo global para las empresas multinacionales de 15%, lo cual se planea iniciar en el año 2023. La propuesta original era de un 25 por ciento.
Sin duda es un avance considerable en la lucha contra de la absurda riqueza de unos cuantos, aunque, como varios analistas han mencionado, el nuevo impuesto beneficiará más a los países más ricos, ya que las matrices de las compañías involucradas se asientan en éstos. No obstante, en términos reales no será significativo para muchas naciones. Por ejemplo, se calcula que para México el ingreso adicional que se obtendría por la implantación de ese impuesto sería de aproximadamente entre 400 y 500 millones de dólares.
En un artículo reciente de la edición de Cinco Días del periódico El País, se muestra la riqueza que tienen en la actualidad seis compañías que valen, cada una, más de un billón de dólares en bolsa. Todas, menos una, Aramco, que es propiedad de Arabia Saudita y se dedica al petróleo, son estadounidenses: Microsoft, Apple, Alphabet, Amazon y Tesla. Tan sólo los PIB de Estados Unidos y China superan el valor conjunto de estas seis empresas, que es de 11.5 billones de dólares. Son empresas con ganancias extraordinarias, como por ejemplo Apple, que tuvo un beneficio en su ejercicio fiscal de casi 95 mil millones de dólares, 64% más que el ejercicio pasado, con todo y pandemia.
Otros datos que menciona El País, destacan lo que son estas compañías, al referir que las acciones Alphabet (matriz de Google) se incrementaron en más del 80% en un año, o que Amazon tiene contratados a casi 1.4 millones de personas en el mundo y el último, Tesla, al que la compañía de renta de automóviles Hertz le acaba de hacer un pedido de 100 mil vehículos.
El presidente Biden ha sido un promotor de la elevación de los impuestos para los más ricos y, además de apoyar el impuesto mínimo global, se está preparando en su país otro impuesto al cual ya denominan Wyden, porque el promotor es el senador Ron Wyden, quien preside el Comité de finanzas del Senado. La propuesta es que a las personas que tengan más de mil millones de activos o que ganen más de 100 millones de dólares al año, paguen 15 por ciento.
La discusión continúa hasta la fecha en el Senado y se espera que se apruebe pronto, ya que dichos recursos se necesitan para el paquete de gasto que quiere llevar a cabo el presidente Biden en su país.
Se calcula que no más de 700 personas estarían sujetas a dicho impuesto y que la mayoría de ellas no pagan nada por las ganancias que obtiene en la bolsa de valores.
Como vemos, en todo el mundo se está tratando de gravar a los que más tienen, situación que, por alguna razón que poco entendemos, parece tratarse de un tema vedado en nuestro país, aunque sería muy conveniente revisarlo para reducir la terrible desigualdad que tenemos.
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