En estos momentos de tan alta crispación, me parece que es necesario hacer una pausa que nos permita ver no solo el bosque, sino los árboles. Lo digo porque hay temas que se están dejando de lado y que son muy importantes y urgentes de resolver, en la medida en que implican la suerte de millones de personas en situación de pobreza, con la amenaza de que cada vez sean más.
Este gobierno puso el dedo en la llaga al plantear el combate a la pobreza como uno de sus pilares fundamentales, de ahí su frase archiconocida de “primero los pobres”. Sin embargo, estudios recientes confirman que algo está saliendo mal, porque la situación ha empeorado durante la presente administración.
El Consejo Nacional de la Evaluación de la Política de Desarrollo (CONEVAL) publicó un documento denominado “Estimaciones de Pobreza Multidimensional 2018-2020” y en la revista PROCESO de esta semana aparece una entrevista con el doctor Máximo Jaramillo, quien también se refiere a lo sucedido con los pobres en estos tres años de la administración.
El CONEVAL indica que el número de pobres aumentó de 51.9 millones en 2018 a 55.7 millones en 2020. Es decir, hay casi cuatro millones más de pobres en el país. De éstos, los que se encuentran en pobreza extrema son 10.8 millones, o sea, un crecimiento de dos millones.
El estudio refleja la pobreza a nivel municipal con gran precisión, lo cual debería servir para generar políticas públicas que atiendan este flagelo. Se logró obtener información de 2,466 municipios de todos los estados de la República, encontrándose que los municipios con mayor población en situación de pobreza se localizaron en zonas metropolitanas y con alta densidad de población. Una vez más, nueve de cada 10 municipios indígenas tienen más del 60 por ciento de su población en pobreza. Pero un dato interesante, por lo que significa, es que de los 15 municipios con mayor número de pobres está en primer lugar León, Guanajuato; el Estado de México tiene cinco, incluyendo a la capital, Toluca; también están Acapulco y Benito Juárez (donde está Cancún), en Quintana Roo y hay dos de la CDMX, Iztapalapa y Gustavo A. Madero.
Uno se pregunta cómo es posible que municipios turísticos de primer orden o de estados pujantes puedan estar con el mayor número de pobres. Parte de la explicación la da el Dr. Jaramillo cuando argumenta que este gobierno es uno de los que menos gasto social destina a este tema, con apenas un 10.4 por ciento del PIB. Pone de ejemplos a Brasil o Chile, que le destinan más del 20 por ciento y menciona que solo Honduras, Guatemala y Haití destinan menos que México.
Inclusive, aporta datos que demuestran que en los primeros tres años de Peña Nieto se destinaron más recursos al gasto social que en los primeros tres de la actual administración, con la sola excepción del programa de Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas, mismo que aumentará sus recursos en 76 por ciento para este año, lo cual es excelente, pero a costa de una supuesta reorganización del resto de programas que se fusionaron o simplemente desaparecieron sin haberlos sustituido por otros.
Creo que éste es uno de los principales errores que se han cometido y lo peor es que, por lo visto, se persiste en la misma política que ha demostrado su ineficiencia. La eliminación de varios programas ha provocado el incremento de la pobreza, a pesar de las declaraciones gubernamentales.
Por eso considero que debe hacerse una pausa en relación con los programas de combate a la pobreza y reconocer que varias de las decisiones han sido erróneas o mal instrumentadas en detrimento de la salud, la alimentación y las condiciones de vida de millones de personas, quienes ahora, con la inflación rampante, sufrirán más.
Ojalá haya la capacidad de reconsiderar y reorientar las acciones, para no acabar peor de cómo se inició.
Síguenos en @EjeOpinión