En un magnífico documento que aparecerá en el próximo número de la revista ECONOMÍAunam, el maestro David Ibarra hace una descripción puntual y clara de lo que está ocurriendo en el mundo, en lo que él denomina “entorpecimientos al crecimiento”, siendo, a su juicio, los dos principales: “el agotamiento parcial de la globalización y la inestabilidad bancaria, complicada por el endeudamiento de casi todos los países, singularmente los de menor desarrollo”.
Hace una descripción precisa de la globalización, confirmando lo que muchos hemos estado diciendo, tanto en México como en otros países, en el sentido de que se está volviendo al proteccionismo, combinado con un nacionalismo, que yo califico de peligroso y con tufo reaccionario, en donde los peor librados son, una vez más, los países y habitantes de las zonas más pobres, en donde la emigración es la última salida que tienen para subsistir.
Como bien apunta David Ibarra, “la globalización no avala por sí misma la reducción de las desigualdades”, y los datos así lo confirman: mientras el 10% más rico se lleva el 55 %, el 50 % más pobre apenas alcanza el 11% del ingreso global, según el World Inequality Report 2022, mencionado en el trabajo.
Asimismo, señala que sin duda habrá tensiones en el libre comercio internacional debido a la cada día mayor participación de China en el mismo y que seguramente vamos hacia un mundo con una vuelta al pasado y a “revivir los costos del aislacionismo”.
El problema es que muchos de los principales dirigentes políticos en el mundo están a favor de ello, empezando por el presidente Biden, con la política del nearshoring, seguido de muchos otros, particularmente su mayor competidor en la actualidad, Xi Jinping.
En el último número del mes de abril de la revista The Economist viene un artículo cuyo título sugestivo es “Xivilisation”, refiriéndose a todas las acciones que está desarrollando el máximo líder de aquel país para consolidarse como la gran potencia mundial a través de diversos planteamientos, siendo el principal la llamada Global Civilization Initiative (GCI), presentada en marzo pasado y que, junto a la Global Development Initiative (GDI), anunciada por Xi en la ONU en 2021, indican claramente que los chinos consideran que puede haber armonía, siempre y cuando occidente deje de promover sus valores, o de lo contrario habrá choque de civilizaciones, recordando a Samuel Huntington hace 30 años, según la revista.
El trabajo de David Ibarra menciona que ya están surgiendo problemas para que los chinos sigan siendo los productores más baratos del mundo, y lo demuestra con el diferencial de salarios que había en el año 2000 entre este país y Estados Unidos, que era de 34 %, mientras que para 2018 era ya tan sólo 5 %.
El otro gran tema, que yo he tratado en otros artículos, se refiere al problema del endeudamiento de muchos países, por las consecuencias funestas que trae y, como bien se apunta en el trabajo, el crecimiento desmesurado de los desequilibrios fiscales que pone en riesgo la estabilidad no solo de las finanzas, sino de los Estados mismos.
Creo que estamos en un momento muy difícil para el desarrollo, digamos sano, del capitalismo porque, entre otras cosas, el proteccionismo, la pandemia, la agresión rusa a Ucrania y la inmensa irresponsabilidad de los hombres y mujeres más ricas del mundo están provocando pobreza y hambre crecientes y, como estamos viendo, las protestas no solo se dan en los países más pobres o de ingreso medio, sino también en los desarrollados, como es Francia.
Si se sigue con regímenes disque democráticos, pero que en realidad son autoritarios, difícilmente podrá haber lo que David Ibarra señala al final de su magnífico trabajo: “la convivencia de zonas y países rezagados frente a zonas y países con mejor historia.”