Desde la llegada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva al poder en Brasil ha desplegado una política internacional impresionante para convertirse en el líder de la región, tal como lo demuestran sus actividades en los centros de poder mundial.
Tomó posesión el 1 de enero y para inicios de febrero ya estaba visitando al presidente Joe Biden en Estados Unidos, logrando el apoyo de esa potencia para proteger la Amazonia, a pesar de las discrepancias sobre la invasión rusa a Ucrania, sobre la cual Lula guarda una reserva, reconociendo la equivocación de Rusia, pero difiriendo con respecto al apoyo armamentista a Ucrania. Asimismo, mandó un mensaje muy claro: “recolocar a Brasil en la geopolítica mundial, porque durante cuatro años el país se aisló, se auto marginó”.
En el mes de abril pasado firmó un acuerdo con el presidente de China, Xi Jinping, en donde uno de los temas principales fue el papel que deben jugar los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en el nuevo orden mundial, partiendo de que hay que desarrollar una nueva estructura, que hasta ahora está centrada en occidente, hacia un sistema verdaderamente internacional y, sobre todo, multipolar.
Para lograr lo anterior, tiene a favor que los BRICS son 3,200 millones de habitantes; en comparación, el G-7 apenas tiene 773 millones de habitantes, es decir, son cuatro veces menos consumidores y, en cambio, los otros son un gran mercado.
Inclusive se ve claramente en la aportación a la economía mundial. Por poner un ejemplo, Estados Unidos ha pasado de representar el 20 por ciento a participar con el 15 por ciento y Japón pasó de alrededor de nueve a casi cuatro por ciento. Sin duda, quienes más pesan en este cambio son China e India.
Un tema por el que está presionando China es que se abandone el dólar como la moneda de cambio por el yuan, y para ello están utilizando el financiamiento de la llamada Nueva Banca de Desarrollo, con sede en Shanghái, a la infraestructura a largo plazo, principalmente en la llamada Ruta de la Seda, que pretende abarcar a todo el mundo.
Al parecer, la visita de Lula a China permitirá que el yuan se convierta en la moneda de cambio en ese país, como ya lo es en Venezuela, Irán, India y Rusia. El objetivo chino es lograr que todos sus financiamientos sean en su moneda y al paso que van, seguramente lo harán.
Continuando con sus giras y el relanzamiento de Brasil como potencia, estuvo en Bruselas para la reunión de la CELAC, que agrupa a todos nuestros países de América Latina y el Caribe, siendo la primera que se celebra después de ocho años.
Previamente, Lula se reunió con los dirigentes de la Unión Europea, encabezados por la presidenta Úrsula von der Leyen, para asegurar que antes de que termine el año se firme el acuerdo entre la UE y el Mercosur, integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Para la Unión Europea era fundamental la reunión de la CELAC, ante el avance de China en los países de la región y anunciaron una inversión de 45 mil millones de euros en nuestros países, con su herramienta llamada Global Gateway, competencia directa a la Ruta de la Seda.
Lula, junto con los presidentes Fernández de Argentina y Boric de Chile, plantearon que no permitirán políticas extractivas, sino aquéllas que sean justas y permitan el valor agregado que pueda dar dicha inversión cuantiosa.
En resumen, el presidente de Brasil ha mostrado músculo y capacidad de representar a la región en busca de mejores condiciones de vida para los habitantes del subcontinente americano.
México ha pasado desapercibido durante bastante tiempo en el concierto internacional; esperemos que con la gran designación de Alicia Bárcena como secretaria de Relaciones Exteriores logremos al menos recuperar algo del prestigio que teníamos en el mundo y no solo cuidar nuestra relación con Estados Unidos.