Todos quisiéramos que los buenos deseos en materia de política económica y social del gobierno y de diversas organizaciones se pudieran cumplir pero la realidad es necia y los datos que aporta hasta ahora no son para alegrarse.
En un informe reciente del Banco Mundial (BM), al referise a América Latina, indicó que para este año crecerá sólo 1.4 % y durante los dos años próximos llegará cuando mucho a 2.4 %, con lo cual y sin la menor duda la pobreza crecerá, a pesar de programas y ayudas de algunos de los distintos gobiernos.
En México se dijo que durante este gobierno creceríamos a un 4 % anual, pero hasta la fecha no se ha podido llegar a dicha cifra. Para este año las expectativas se mueven a la baja y difícilmente llegaremos al 2 %. En los precriterios enviados por el gobierno a la Cámara de Diputados se estima que creceremos 3 % en el último año de esta administración pública, aunque el propio BM dice que será 1.5 en este año y 1.8 para el próximo.
El Inegi acaba de publicar los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en donde presenta, diríamos, descarnadamente, la realidad económica de millones de mexicanos.
Con una población económicamente activa de 60 millones de personas, vemos que sin duda ha crecido, pero al analizar a detalle la información notamos que en 2018 había 8.5 millones que percibían tan solo un salario mínimo y para este año ya son 21 millones quienes lo reciben, es decir, en cinco años ha crecido en 12 millones.
Y, si hacemos el mismo análisis para aquellos que reciben entre uno y dos salarios mínimos, vemos que son cinco millones más, dando un total de 19.5 millones de personas.
A lo anterior habría que agregar la inflación que estamos sufriendo, en particular el hecho de que los alimentos se han encarecido en el último año en cerca del 10 %.
Ahora bien, si observamos a quienes reciben entre dos y más de cinco salarios mínimos, en estos cinco años más de 11 millones de personas han dejado de percibirlos, lo cual indica claramente la disminución de ingresos en lo que podríamos clasificar como clase media, que han visto reducido su nivel de vida, con el consecuente incremento en la pobreza, a pesar de programas tan importantes y necesarios como la pensión de adultos mayores o el crecimiento extraordinario de las remesas, que han pasado de 33.6 a 58.4 millones de dólares, que llama la atención incluso de analistas, como Enrique Cárdenas, quien en un artículo publicado en El Financiero dijo que son datos muy extraños, existiendo la posibilidad de que parte de los recursos sean lavado de dinero de los cárteles de la droga y traficantes de migrantes.
Además, como bien apunta la ENOE, en la llamada Tasa de Informalidad Laboral 55.5 % de personas ocupadas son vulnerables, ya que no tienen alguna prestación en vivienda o salud, pero para millones es la única posibilidad de obtener ingresos; y hay que hacer notar que están al margen de pagar impuestos.
Recientemente, el Presidente ha dicho que “en el tiempo que lleva no hay empresario que haya fracasado”, porque no se está afectando a los empresarios y el año pasado obtuvieron ganancias por 240 mil millones de pesos. Y aquí radica uno de los mayores problemas del país; al uno por ciento de la población más rica no se le ha tocado ni con el pétalo de una rosa.
Estos privilegiados ganan, según un artículo de Viri Ríos publicado en Milenio, 157 mil pesos mensuales y, si nos concentramos en el 0.1 por ciento, que son 120 mil personas, ganan tres millones de pesos por persona.
Esta es la realidad que vivimos y que ha producido un número irrisorio de ricos y millones de personas que apenas subsisten. Mientras no haya una reforma fiscal, este gobierno terminará con un número mayor de pobres que cuando entró, a pesar de todos los programas y ayudas que día a día se presumen.
