Cuando las cosas se hacen mal desde el principio, difícilmente terminan bien, y esto es lo que está pasando con las compras consolidadas del gobierno, en especial y de manera crítica con la adquisición de medicamentos y material de curación.
El primer error fue encargarle al nuevo equipo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público la organización de compras consolidadas para todo el sector público. Es un tema que requiere especialización, y sobre todo, personas que entiendan la problemática de las dependencias públicas.
La justificación fundamental para este asunto, como en muchos otros, fue que el sistema público estaba plagado de corrupción y era necesario un cambio radical. Hasta ahora no sabemos cuántos funcionarios de la administración pasada han sido destituidos o denunciados por corrupción en las compras públicas.
El resultado que más se ha comentado es el desastre que hicieron en materia de medicamentos, principalmente en las medicinas para atender el cáncer, no solo de los niños, sino de la población en general, que siguen sufriendo el hecho.
Y así llegamos al 31 de julio del año pasado, cuando el gobierno de México firmó un acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, (UNOPS, por sus siglas en inglés), para la compra eficiente y transparente de medicamentos.
Para no variar, el presidente declaró en su discurso que “vamos a obtener todas las medicinas en los países del mundo, medicinas de buena calidad, a bajos precios y sin corrupción”.
Han pasado siete meses y medio y los resultados conocidos son preocupantes por varias razones. Incluso hace unos días, el presidente dijo que lleva más de dos años en el gobierno “y todavía no terminamos de adquirir todos los medicamentos en el extranjero”.
Se ha informado públicamente que se solicitaron 1,183 claves de medicamentos y se recibieron ofertas para 1,042, pero desconocemos hasta ahora el fallo de las elegidas.
Esto significa que habrá que buscar donde sea las faltantes, y además se ha instruido a las dependencias para que lo hagan por su cuenta y se olviden de la consolidación. Es decir, a pesar de todo el poder de la UNOPS, que tanto presumían, no se pudo comprar lo que se necesitaba.
A este complejo panorama se le va a agregar uno que poco a poco está saliendo a flote y es el de la distribución de esos medicamentos, ya que serán puestos en algún aeropuerto y desde ahí deberán repartirse entre las más de 30 dependencias públicas y sus hospitales. A la fecha no sabemos quién y cómo se va a hacer, porque se suponía que la paraestatal Birmex lo iba a hacer, sin embargo, según una nota de El Economista del mes pasado, escrita por la periodista Maribel Ramírez, la paraestatal ya no lo va a realizar.
Adicionalmente, está el tema de la participación de COFEPRIS en la autorización sanitaria, misma que supuestamente se va a hacer de una manera expedita, cosa que parece un imposible en dicha dependencia.
Y también para no variar, se oculta información de esta adquisición con la UNOPS, a tal grado que el INAI tuvo que ordenar al INSABI que diera la información que se pedía; es decir, la relativa a los documentos de requerimientos de medicamentos que se solicitaron.
La UNOPS se va a llevar de comisión el 1.25% del total de medicamentos que se adquieran, lo cual es una buena cifra. Habría que compararla y sumarla a lo que en realidad al final nos va a costar esta aventura, en relación con cuánto nos costaba antes.
Lo que sí recordamos es que en la reciente época neoliberal no había habido nunca tal escasez de medicamentos y material de curación; algo está fallando, tanto en el discurso como en la realidad.
Ojalá que se tomen todas las medidas posibles, para no estar a mediados de año con el gran problema de no tener medicamentos, a pesar del apoyo de la ONU.