Parece que la negociación del Presupuesto de Egresos para el año que viene no va a ser tan sencilla como se creía hace unas semanas, y en general nunca lo es, porque hay muchos hoyos que llenar, ante los cuales los diputados tendrán que tomar decisiones que modificarían la propuesta de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Una de las mayores causas de conflicto será, sin duda, el programa denominado Escuelas de Tiempo Completo (ETC), ya que el gobierno las elimina de tajo.
Poco a poco las protestas han subido de tono, hasta obligar al Secretario de Educación Pública a comprometerse ante los senadores para que el programa no desaparezca, señalando que se reuniría esta semana con los servidores públicos de la SHCP para ello. Qué bueno que tomó la decisión de defenderlo, a pesar de que este gobierno ya había reducido a la mitad su presupuesto para el presente año.
Las ETC son un programa que había logrado sobrevivir durante tres sexenios, lo cual es un récord en nuestra democracia sexenal. Lo empezó el gobierno del presidente Calderón de una manera incipiente y durante el gobierno del presidente Peña Nieto tuvo un buen impulso, ya qué pasó de 15 mil 300 escuelas incorporadas a 25 mil 600 en el último año de su gestión, aunque no se cumplió con el compromiso que había hecho de llegar a 45 mil escuelas al final del sexenio.
Durante la actual administración se redujo el apoyo económico para 2020 en un 50%, pasando de 10 mil millones a 5 mil millones de pesos y, como dijimos líneas arriba, para el año que viene cuenta con cero pesos.
La decisión es verdaderamente incomprensible, sobre todo, en un gobierno que se dice de izquierda y que se supone que está al lado de los pobres y los indígenas, pues dicho programa está dirigido precisamente a ellos, según indican los estudios, revisiones y análisis que han hecho diversas instituciones, como el CONEVAL, la Auditoría Superior de la Federación y otras organizaciones.
En el segundo informe de labores de la SEP, presentado el mes pasado, se dice textualmente que “el programa promueve el aprovechamiento del tiempo disponible para el mejor desempeño académico y el desarrollo de actividades relacionadas con el conocimiento del civismo, humanidades, ciencia y tecnología, artes (en especial la música), educación física y protección al medio ambiente....fortaleciendo la equidad y la inclusión, mediante el establecimiento de jornadas entre seis y ocho horas diarias”.
El informe indica que el 70% de las escuelas atienden a población indígena y rural y que “se da alimentación a 1.4 millones de niños, niñas y adolescentes que en su mayoría se encuentran en condiciones de pobreza extrema con carencia de acceso a la alimentación”.
Otra de las virtudes reconocidas del programa es que produce una mejora en el aprendizaje de los estudiantes en matemáticas y lenguaje, según las pruebas ENLACE y PLANEA.
Por todo lo anterior y por muchas otras ventajas que podrían señalarse, es que resulta incomprensible la propuesta de eliminarlo. La única explicación que puede haber es el total desconocimiento por parte de las autoridades encargadas del presupuesto de lo que significa este programa para millones de personas pobres de este país. Porque, además, no estamos hablando de incrementarlo, como debería de ser, sino tan solo de mantenerlo, lo cual supone cinco mil millones de pesos.
¿Qué representa esta cifra, en comparación con lo que se van a gastar en las magnas obras de esta administración? Esperemos que el Secretario de Educación tenga éxito en su gestión y, sobre todo, que se haga con recursos adicionales y no quitándolos a otros programas educativos, porque lo que parece es que la educación en general no es importante para este gobierno; el Proyecto de Presupuesto de Egresos lo demuestra.