Un magnífico estudio elaborado por el maestro David Ibarra, titulado Deudas nacionales como intento de sostener el desarrollo, próximo a publicarse, muestra con datos recientes lo que denomina el endeudamiento exagerado y en muchos casos, según creo, impagable por parte de numerosos gobiernos, lo que redundará en crisis, no sólo económica, sino política, y para las cuales al modelo capitalista parece ser que ya le es difícil encontrar soluciones que no afecten sustancialmente a la población.
El artículo comienza con observaciones muy pertinentes al indicar que “los déficits de las balanzas de pagos o de las cuentas públicas se toman hoy en día sin demasiada preocupación aparente. Los costos políticos de las devaluaciones o de las alzas de impuestos correctores parecen estimarse mayores que los de la inflación”.
Y lo estamos viendo en todo el mundo, los políticos hacen el cálculo de cómo la libran durante su periodo gobernando y que el que siga cargue con los costos de no haber tomado las medidas adecuadas, lo que coloquialmente denominamos como “patear el bote”.
El gran problema es que cada día hay menos posibilidades para salir adelante con esta política de ocultar la cabeza dentro del hoyo, como si así se resolviera la situación. Y esto lo podemos ver en uno de los cuadros que viene en el estudio, referido a la tasa de interés de los bonos a 10 años de los diferentes países, comparando el año 2020 con el 2023.
Menciono algunos ejemplos: en 2020 la tasa de Estados Unidos era de 0.7% y para 2023 fue de 5%; Rusia pasó de 6% a 12%; Brasil de 1.9% l 11.8%; Colombia de 5.1% a 11.8% y México de 5.8% al 10.2 por ciento.
Con este aumento, que podríamos calificar de brutal para poder hacer frente no sólo al crecimiento económico, sino también a la pandemia, los gobiernos difícilmente podrán salir adelante y pagar en tiempo y forma las deudas y los intereses, lo cual provocará crisis mayores en muchos países.
Menciona el maestro Ibarra que “en términos globales, el crédito creció de 115% del producto global en 1970 a exceder 238% en 2022”. Los datos que apunta el estudio para nuestra región son los siguientes: las deudas suben de 44% a 121% del producto en esos años.
Considero que el endeudamiento de varias naciones ya no se encuentra dentro de los límites de la prudencia debida a, como menciona claramente el estudio y quizás es el meollo del problema, la incapacidad de los países para hacer frente, por un lado, a sus compromisos de deuda y, a la vez, tener un crecimiento económico adecuado para sus poblaciones.
De los 43 países examinados por la revista El Economista y mencionados en el estudio, sólo hay dos naciones que escapan de esta situación de déficits altos en sus cuentas públicas: Noruega y Dinamarca. Para el caso de México, David Ibarra menciona que mientras la deuda externa creció poco, la deuda interna creció con “celeridad” debido al alza interna de los intereses.
El endeudamiento exagerado para él no es la única cuestión a resolver, sino, como hemos apuntado muchos, también la pobreza creciente, aunada a los conflictos bélicos que hay en el mundo, además de un tema del que se ha hablado poco, que es el del armamentismo mundial, mismo que le preocupa al autor.
Insiste en la necesidad de implantar transformaciones en el manejo de la economía internacional y de los países porque “a fin de cuentas, el crédito está condicionado a la probabilidad de su recuperación y a límites prudenciales en la asunción de riesgos”, y “el mundo deja de ofrecer perspectivas parejas o análogas al desarrollo de todos”.
Son varios los temas que plantea y desmenuza David Ibarra. Como siempre, son de un rigor analítico y académico excelente a más de ser oportuno para la etapa tan desconcertante que estamos viviendo en el mundo.
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