En un magnífico documento titulado “El creciente peso de los sobrecargos del FMI: una estimación actualizada”, escrito por los investigadores Francisco Amsler y Michael Galant, y publicado en el volumen de julio-septiembre de 2023 de El Trimestre Económico, se expone con claridad el papel siniestro que juega el FMI con los países endeudados, mediante sobrecargos que podemos calificar de usura, ante la realidad de muchos de ellos que no tienen más remedio que aceptar sus condiciones leoninas.
Los dos investigadores son miembros del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), con sede en Washington, D.C.
La revisión que llevaron a cabo fue minuciosa e incluso difícil, debido a que el FMI no proporciona información detallada sobre muchos cargos, como los llamados sobrecargos o tasas adicionales que cobra a los países clasificados como de ingresos medios que enfrentan ya problemas de solvencia y sobreendeudamiento. Generosamente, el Fondo les presta con un sobrecargo que, según la teoría, actuará como incentivo para el pago anticipado de sus deudas, algo en verdad casi imposible, como lo muestra el estudio.
La recesión económica sufrida, que sigue afectando a algunos países, junto con la pandemia y ahora la agresión rusa en Ucrania, han provocado que el número de países que deben pagar sobrecargos haya aumentado de 9 a 16.
El CEPR encontró que los cargos adicionales ya representan el 45 % de los pagos esperados por concepto del servicio de la deuda, descontando los pagos de capital de los 5 países más endeudados.
Para tener una idea de la situación de algunos, podemos observar, con datos a marzo del presente año, que se considera que entran en la clasificación cuando la llamada “cuenta de recursos generales” sobrepasa el 187.5% de su cuota. Argentina está en 1073%, Ecuador en 873%, Ucrania en 449% y Costa Rica en 267%.
Y se vislumbra que próximamente también entrarán a esta clasificación de pago Colombia, Jamaica, Honduras, El Salvador y Panamá, según el estudio realizado.
Uno de los temas que más llama la atención de los investigadores es el crecimiento inusitado de la tasa, la cual durante muchos años fue de 1.05%, pero comenzó a subir a partir de 2022 llegando hoy al 4.46%, es decir, un incremento de más del 300 %.
Aquí se podría aplicar el término de usura, común a todos los bancos, incluyendo al FMI.
Varios jefes de Estado y expresidentes de gobierno, cientos de organizaciones de todo tipo, premios Nobel y el secretario general de la ONU han solicitado al FMI que, al menos, suspenda los pagos por sobrecargos durante varios años o incluso que, considerando la situación de dichos países, los elimine por completo. Hasta la fecha no ha habido alguna respuesta positiva a esta, podríamos decir, humana petición.
Los datos son elocuentes en el estudio. El FMI cobrará, o al menos intentará hacerlo, un promedio de 2,000 millones de dólares al año por sobrecargos en el periodo de 2023 a 2025. Para los países más endeudados este cargo representa cerca del 41 % en relación con el servicio total de su deuda.
Es imposible pensar que, por ejemplo, Argentina o Ucrania puedan cumplir con sus compromisos de deuda con el FMI, dada la situación tan deteriorada que viven, al igual que muchos otros países, como Egipto y Pakistán.
Las evidencias son claras en el documento y así lo mencionan. No hay ninguna que demuestre que los sobrecargos incentivan el pago anticipado y oportuno de la deuda, y lo único que ocurre es que se hace depender más a los países del FMI.
Ya es hora de que los burócratas internacionales de estas organizaciones, el FMI y otras, comprendan que las poblaciones de esos países están sufriendo pobreza y hambre debido a que una parte sustancial de sus recursos se destina al pago de intereses leoninos.
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