¿IA para qué?

22 de Noviembre de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

¿IA para qué?

enrique del val

El tema de la Inteligencia Artificial (IA) es un tsunami tal como, en un artículo en L’OBS de Francia, menciona Pascal Riché, con unas consecuencias que todavía no aquilatamos bien. Conlleva desde asuntos éticos, hasta de uso excesivo de energía.

El tema es de una rápida evolución, con la creación de nuevas aplicaciones casi diarias, provocando incluso la petición publicada en marzo pasado de hacer una pausa de seis meses en su desarrollo. Dicha petición fue planteada no sólo por académicos, sino personas como Steve Wozniak, cofundador de Apple, y Elon Musk, el hombre más rico del planeta. Sin embargo, al parecer nadie hizo caso de ésta y así lo confirman los nuevos desarrollos.

En el artículo francés citado se menciona que el mes pasado se lanzó una versión GPT-4 que puede, entre otras cosas, componer un poema de calidad, analizar imágenes que se le presenten e incluso detectar el humor de las personas, o proponerte una cena con los ingredientes que tienes, mostrándole una foto de tu refrigerador.

A mi juicio, lo más importante es analizar qué va a pasar con el empleo de millones de personas que con esta herramienta ya resultan obsoletas en el trabajo que actualmente desarrollan. En la entrevista que le hacen en la revista digital Sin Permiso al economista armenio Daron Acemoglu, quien labora en Estados Unidos en el MIT y recibió la medalla John Bates Clark por sus desarrollos (muchos de quienes la han recibido, después han obtenido el premio de Economía del Banco de Suecia, equivalente al Nobel), menciona que, sin duda, la IA tiene un enorme potencial para aumentar la productividad de la economía, dando el dato de que ChatGPT ha ganado 100 millones de usuarios en un tiempo récord.

También menciona una de las cosas que, creo, deberían tomarse en consideración pronto: que en el capitalismo esta herramienta puede utilizarse para bien o para mal, porque, sin duda, cualquier avance en la tecnología, como lo fue la revolución industrial, impulsaron el progreso, pero a la vez, en sus palabras “se presentaron condiciones mucho más duras para los trabajadores, salarios reales más bajos y condiciones de salud de vida mucho peores”.

Esta situación, como bien apunta Acemoglu ya fue anticipada y criticada por Marx y Engels porque al ser “expulsados del taller por la maquinaria son arrojados al mercado laboral como parte de la fuerza de trabajo que está a disposición de la explotación capitalista”, en palabras de Marx.

Y, sobre todo, acentúa la terrible desigualdad que estamos viviendo en todo el mundo, no solo en los países subdesarrollados. Según Acemoglu, más de la mitad del aumento de la desigualdad en Estados Unidos desde 1980 está relacionado con la automatización, con el resultado de millones de trabajadores que han perdido sus empleos o cuyos salarios se han reducido, principalmente aquellos que no tienen estudios superiores.

Un estudio reciente de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, menciona que la GPT-4 podrá eliminar la mitad del trabajo que ahora desarrolla una persona en varias áreas, y no solo se trata de los trabajos repetitivos, incluso abarca áreas como la de los abogados.

Lo que está en juego es la capacidad del sistema capitalista, no solo para generar mayor productividad y ganancias, sino también, como menciona Anne-Marie Slaughter, profesora emérita de Princeton, Estados Unidos, para determinar el futuro del empleo y cuánto de éste es hoy necesario. No obstante, insiste en que, más allá de esto, lo importante no es responder la pregunta de ¿qué tanto tengo que trabajar?, sino la de ¿por qué trabajo?

Sin duda, la IA ha revuelto o está revolviendo todo, lo importante es que sea para bien, no de las ganancias de unos cuántos, sino del bienestar general de la población, y aquí surge una vez más el tema de la terrible desigualdad que asola a casi todos los países.

SIGUE LEYENDO: Decrecimiento II