España tendrá elecciones generales este mes y la derecha franquista lamentablemente podría llegar al poder, por los desatinos del gobierno socialista y, sobre todo, las divisiones internas de las múltiples organizaciones de izquierda repartidas en todo el país.
Recientemente ha aparecido una coalición de izquierdas, definida como progresista, que está logrando conjuntar a muchas de las organizaciones y partidos políticos bajo el nombre de “Sumar”. Es encabezada por Yolanda Díaz, actualmente vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social del gobierno de Pedro Sánchez y candidata en estas elecciones a la presidencia de gobierno.
Sumar ha hecho diversas propuestas para salir del atolladero en que se encuentra el país. Hoy quisiera comentar una de ellas, la llamada “herencia universal”, que expresa una asignación de 20 mil euros cuando la persona alcance la mayoría de edad.
Están equivocados en cuanto al origen de la propuesta, pues la atribuyen al hoy famoso Thomas Piketty, cuando en realidad fue otro Thomas, Paine, quien hace dos siglos, en su gran obra “Agrarian Justice”, ya sugería asignar una dotación universal a todos aquellos que cumplieran 25 años. Incluso, en los últimos años del siglo pasado en Estados Unidos, Bruce Ackerman y Anne Alstott también hicieron propuestas del mismo tipo.
Pareciera que esta iniciativa viene a contradecir a la de renta básica o ingreso ciudadano universal y, como expresan Jordi Arcarons y Daniel Raventós en la página electrónica “Sin Permiso”, se han comparado muchas veces las similitudes entre una herencia universal (o capital básico, como es más conocida en la literatura académica) y la renta básica.
Si bien técnicamente podrían ser parecidas, en la realidad no lo son y, lo que a mi juicio es peor, es huir una vez más de la implantación de la renta básica universal. El proyecto de la herencia universal no es incondicional, porque el dinero deberá de invertirse y justificarse en un proyecto de empresa, un emprendimiento o en formación y el gobierno lo ha de asesorar y vigilar.
Esta propuesta se junta con el fracaso de la política implantada por el gobierno del Ingreso Mínimo Vital (IMV), que también se ha querido comparar con la renta básica.
El IMV causó muchas esperanzas y a los tres meses de estar en marcha es un desastre ya que se han presentado más de 700 mil solicitudes y solo se ha resuelto favorablemente menos del 1 %.
Lo anterior ha provocado las protestas de los grandes sindicatos, que claramente han expresado que nadie puede cobrarlo y que uno de los grandes problemas ha sido la inmensa burocracia en la resolución de las peticiones, pues a nivel central son varios ministerios los que intervienen y después participan también los gobiernos de las comunidades autónomas. Esto demuestra que, una vez más, si en verdad se quiere ayudar a los más pobres con recursos líquidos hay que eliminar la burocracia.
Uno de los mejores ejemplos de ello ha sido la llamada pensión para adultos mayores de nuestro país, misma que otorga los recursos sin ninguna intervención, una vez que se obtiene el plástico. Otra cosa es la ineficiencia del Banco de Bienestar en la atención al público y la escasez de dinero en sus cajeros, que son los principales motivos de queja entre los beneficiarios. Esperemos que resuelvan pronto esas carencias porque, a mi juicio, se trata de una de las mejores demostraciones de renta básica no condicionada y universal.
El gran tema a resolver en todas las propuestas es el financiamiento y solo hay un camino: la implantación de impuestos a la riqueza y las herencias. España ha instrumentado uno temporal a la riqueza y Sumar está proponiendo volverlo permanente.
En nuestro país este gobierno no quiso hacerlo y esperamos que el próximo si le entre a uno de los mayores signos de la desigualdad que tenemos.