El diccionario de la lengua española define la palabra empatía en una de sus acepciones como: “la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”, y es precisamente eso lo que se requiere hoy ante la pandemia de la Covid-19. Sin embargo, desafortunadamente parece ser que la avaricia empresarial es la que domina la situación, avalada hasta ahora por varios países desarrollados, como Estados Unidos, Japón, Suiza y los que pertenecen a la Unión Europea.
India es el mejor ejemplo de lo que significa no tomar en cuenta al ser humano, con 2,000 personas muriendo diariamente y con días de más de 300 mil contagios. Ni con estos datos se logra dominar al imperio farmacéutico.
El 16 de abril el señor Adar Poonawalla, quien es el director de la empresa más grande del mundo en fabricación de vacunas, el Instituto Serum de la India, le envió una solicitud vía twitter al presidente Biden, “suplicándole” que “liberara el embargo de materias primas para exportación a su país”, señalando que “su administración tiene los detalles”.
Son los fabricantes de la vacuna AstraZeneca, con más de 70 millones de dosis al mes y también de Novavax. Adicionalmente, hay que tomar en cuenta que India fabrica el 20% de los medicamentos genéricos que se consumen en el mundo.
Es increíble que el gobierno estadounidense haya detenido la exportación de las materias primas indispensables para que India pudiera seguir fabricando las vacunas a la velocidad que se necesitan. Parece que ya han liberado los permisos, pero el daño está hecho y por esta decisión burocrática seguro son responsables de varias muertes.
India juega un papel fundamental en estos momentos porque entre otras cosas, es quien envía el mayor número de vacunas al esfuerzo de la ONU de la iniciativa COVAX, misma que facilita vacunas a los países que no tiene recursos para comprarlas. Debido a este retraso en su fabricación también se verán afectados decenas de países, incluyendo quizás el nuestro, donde, como vimos esta semana, por primera vez hubo que retrasar la fecha de vacunación en la Ciudad de México.
Es tal la situación que se está viviendo en el mundo, con más de tres millones de seres humanos muertos por la pandemia, que incluso en la Organización Mundial de Comercio (OMC) se está discutiendo la eliminación temporal de las patentes relativas a las vacunas para la COVID-19. Esta propuesta está avalada por más de 100 Premios Nobel y 70 ex gobernantes de países, quienes incluso han enviado una solicitud en tal sentido al presidente norteamericano.
Cristhian Murphy, un senador demócrata, dijo que si se quiere que los Estados Unidos recuperen el liderazgo mundial después de Trump sería necesario permitir a otros países la fabricación de vacunas, porque es “la manera más fácil con la cual Estados Unidos puede ayudar”.
Incluso la representante comercial de Estados Unidos en la OMC, Katherine Tai, mencionó que no es posible seguir igual, ya que la desigualdad en el acceso a las vacunas es totalmente inaceptable y el mercado no ha logrado satisfacer la demanda. A su vez, varios miembros importantes del partido demócrata, como los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, han pedido este mes al presidente Biden que apoye la medida de liberar las patentes.
Estamos pues frente a un asunto que marcará al sistema capitalista en un sentido, si se protegen los intereses y ganancias desorbitantes de unos cuantos. En este caso se trata de las empresas farmacéuticas, quienes, por cierto, no gozan del mayor prestigio en todo el mundo; o por el otro lado, si se atiende a los millones de personas que pueden morir sin las vacunas, tal como lo estamos viendo día a día, porque nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos.
Ojalá prevalezca la empatía y no la avaricia.