El tema de los países miembros de lo que el economista Jim O’Neill llamó acertadamente “BRICS”, en noviembre de 2001, siendo jefe de análisis económico de la empresa Goldman Sachs, y en cuyo origen estaban Brasil, Rusia, India y China, y al que se incorporó Sudáfrica en 2010 para conformar así el conocido acrónimo, está cobrando una importancia mayúscula ante los sucesos en el mundo político y económico.
Hay ya varios análisis sobre cuál ha sido el desarrollo de esta organización y cuál es su futuro. Por ejemplo, el realizado por la exministra de relaciones exteriores de España, la sra. Ana Palacio, publicado este mes en Project Syndicate, con aportaciones interesantes que nos hacen ver que estamos frente a la posibilidad de que se convierta en el grupo más grande del mundo en materia económica, desplazando a lo que hoy tenemos.
Así, se menciona que hay más de 15 países interesados en pertenecer a ese grupo, destacando entre ellos Argentina, Arabia Saudita, Turquía e Irán. En su reunión anual en el mes de agosto, bajo la presidencia de Sudáfrica, se discutirá la incorporación de dichos países, lo cual volverá más importante y decisivo al grupo.
Una de las cosas que destaca Ana Palacio es la creación en 2014 del ahora denominado New Development Bank, con sede en Shangai, que dirige la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y que desde su origen está llamado a ser el contrapeso del Banco Mundial e incluso del Fondo Monetario Internacional. A partir de su creación, ha aprobado casi 100 proyectos con un valor de 32 mil millones de dólares, básicamente para infraestructura y desarrollo sostenible en cuatro continentes.
Utilizando la paridad del poder adquisitivo, encontramos que los BRICS contribuyen con el 31.5 % del Producto Interno Bruto mundial, mientras que el llamado G-7 aporta 30.7 %, de acuerdo con la información proporcionada por Acorn Macro Consulting. Además, para 2022 tenían un superávit comercial de 387 mil millones de dólares, gracias básicamente a China; en cambio, la Eurozona tiene un déficit de 476 mil millones de dólares, según Ana de Palacio.
Ahora el gran tema a tratar, además de la incorporación de nuevos miembros, es la discusión sobre la sustitución del dólar en los intercambios comerciales, partiendo del análisis de que la economía norteamericana ya no es líder en el mundo. Se menciona que esta llamada “desdolarización” permitirá la creación de una nueva moneda BRICS. Hoy, por ejemplo, el yuan es el que se usa en el comercio entre China y Rusia. La cuestión, sin duda, agitará las aguas de los intercambios comerciales en el mundo.
Los comentarios de muchos especialistas se refieren a que han sido muchos años de la dominación occidental liderada por Estados Unidos, misma que ha subyugado a los países emergentes y que es hora de que esto cambie; y no les falta razón en ello; la desigualdad es un resultado claro.
Tampoco será miel sobre hojuelas, porque hay algunos problemas al interior de los BRICS que hasta ahora siguen latentes, tal como menciona la sra. Palacio, refiriéndose principalmente a la pugna política y territorial que en ocasiones hay entre India y China, así como a las dudas sobre el gran proyecto de China de la llamada “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, que algunos sienten que es una nueva forma de imperialismo, ahora con características chinas.
Durante el gobierno de Peña Nieto, México trató de acercarse a los BRICS e incluso participar, aunque no se llegó a nada. Sin embargo, el actual gobierno ha resuelto no hacerlo y ponerse en estos temas en manos del tratado comercial con los vecinos del norte.
Sin duda, la geopolítica cuenta, y la dependencia de los Estados Unidos es tremenda, pero no estaría mal que, cuando menos, fuéramos observadores de lo que está llamado a ser el gran conglomerado de países para el futuro, los BRICS plus.