La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer recientemente su Anuario Estadístico 2021. Se trata de un documento muy completo que, con base en la información proporcionada por las autoridades estadísticas y bancos centrales de los países miembros, da cuenta de los principales indicadores en los rubros económico y social más importantes de cada nación, lo cual, tal como se dice en la presentación, brinda la oportunidad de hacer comparaciones entre los países de la región.
Comentaré algunos de los datos, pero creo que lo más relevante sería que las autoridades gubernamentales lo leyeran y lo utilizaran como base para las políticas nacionales y ubicarse en la realidad de la región, ya que muestra cuáles son las prioridades que han tenido los países miembros, a pesar de las grandes diferencias en cuanto a población, extensión o Producto Interno Bruto (PIB).
Uno de los datos más preocupantes es el referente a la tasa de crecimiento del PIB a precios constantes de mercado. Para el conjunto de la región en 2020 la caída fue de -6.8% y la recuperación en 2021 fue de 6.3%, pero de una manera dispareja. Hubo grandes crecimientos, como el de Perú, que creció 13.5% y los de Chile y Argentina, con aumentos de 11.8% y 9.8% respectivamente, mientras que nosotros sólo crecimos un 5.8 por ciento.
Otra gráfica muestra que en la región en su conjunto la pobreza extrema ha aumentado desde 2008, pasando de 9.1% a 13.1% en 2020, lo cual es uno de los mayores obstáculos para reducir la desigualdad que tenemos.
Existen muchos aspectos para tomar en consideración, como el del cambio climático en el que en 2018 éramos el país con la mayor emisión de dióxido de carbono al espacio que, de acuerdo con el Anuario, fueron 472 mil toneladas.
Dos temas que considero importantes para nuestro país son los referentes a la educación y la salud. A pesar de lo que se dice se ha hecho en ambos rubros, sigue habiendo una gran deuda, y no se ve para cuándo se pueda saldar ante las perspectivas económicas que se plantean para el año que viene.
Así, por ejemplo, mientras que en los grados de primaria y secundaria estamos en niveles de cobertura que podríamos calificar como aceptables, en la educación inicial o preprimaria apenas llegamos al 71% y en la educación terciaria o universitaria estamos apenas en 42.8%, muy por debajo de países como Argentina con 95%, Chile con 96%, Uruguay con 100% o Perú con 70 por ciento.
El otro aspecto primordial en cualquier nación es el referente a la salud, y si comparamos los recursos que le dedican otros países en relación con el nuestro, se comprueba la urgente necesidad de aumentar significativamente el presupuesto para este sector.
Como ejemplos podemos citar a Argentina quien, a pesar de su situación económica, dedica casi 9.6% de su PIB a este rubro; Brasil le destina 9.5%; Chile 9.1% y Uruguay 9.2 por ciento. En cambio, México le dedica tan sólo 5.4 por ciento. Hay temas, como el de la vacunación contra el sarampión en menores de un año en el que apenas se cubre 78% de los niños, cuando hay países que están por arriba del 90 por ciento. Antes éramos de los países líderes en vacunación de menores, lo cual indica que, al igual que en la educación, hasta ahora no han sido temas prioritarios para los gobiernos.
La única manera para avanzar será que las autoridades financieras consideren a la educación superior y a la salud como algo fundamental, situación que no ha sido así en los últimos años. Como decía líneas arriba, este Anuario debería servir para redirigir el presupuesto anual hacia estos temas que afectan a millones de mexicanos todos los días. Hay que pasar de los discursos a las acciones concretas y la mejor forma de hacerlo es simplemente aumentando los presupuestos para salud y educación, y ser considerados como prioritarios.