Decrecimiento II

22 de Noviembre de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

Decrecimiento II

enrique del val

En el artículo de la semana pasada mencioné que continuaría escribiendo sobre el tema del decrecimiento y sus malas interpretaciones, como la que se publicó el mes pasado en la revista preferida de la burguesía mundial, The Economist, criticando la reunión celebrada por el Parlamento Europeo en mayo pasado con frases huecas, como la de: “conozca a los europeos izquierdistas que quieren reducir deliberadamente la economía”.

Una primera acotación es que el decrecimiento difiere totalmente de la recesión, que es resultado de una reducción del PIB originada por la famosa austeridad y, sobre todo, el incremento de la pobreza.

Timothée Parrique aclara que el decrecimiento “es una reducción planificada, selectiva y equitativa de las actividades económicas”. Es decir, se diseña no para que se reduzca el PIB, sino para que este crecimiento se dé en función de una mejora del bienestar de las mayorías en todo el mundo.

Un ejemplo muy claro de ello es la norma que acaba de promulgar el gobierno francés prohibiendo los viajes en avión en trayectos que puedan realizarse en tren en menos de dos horas y media.

Un estudio español dice que, si la medida se tomara en este país, se podrían sustituir al menos 500 vuelos semanales por trenes ya que, según diferentes cálculos, viajar en ferrocarril emite 18 veces menos emisiones de gases invernadero que hacerlo en avión.

Parrique menciona que no hay crecimiento indefinido en un planeta que es finito, y para ello se propone una utopía que pretende derrocar la ideología del crecimiento sin fin. Señala que se deben promover tres temas básicos del decrecimiento (autonomía, suficiencia y cuidado) con base en varios principios, entre los que destaca el de la sostenibilidad, para cuidar los ecosistemas de la tierra donde vivimos y evitar su deterioro. Otro principio básico es el de la producción local ligada al consumo local.

Asimismo, y a raíz de la pandemia, debemos revisar el trabajo para que se reduzcan los horarios y se disponga de más tiempo para estar con la familia y la comunidad. Tiene que haber suficiencia para todos y, sobre todo, distribución racional; que no sean pocos los que tengan todo y la mayoría muy poco y pasando hambre, como hoy. En resumen, menos bienes superfluos y más relaciones comunitarias.

Para mí existe un ejemplo, quizás menor, pero que considero de importancia en todo el mundo, y es la casi obligación que nos han impuesto, vía la publicidad, de cambiar los teléfonos celulares cuando menos cada dos años, echando a la basura equipos que podrían durar muchos más.

En su tesis, Parrique plantea, además de aspectos generales, propuestas concretas. Entre ellas señala que tiene que existir el trabajo decente, la reducción del tiempo de trabajo y una muy importante: la garantía de jubilarse en condiciones óptimas, para no ser una carga para las familias.

Se trata de una serie de propuestas de política para una economía con crecimiento razonable y tomando en cuenta la distribución de este. Sin duda, hay que hacer una revisión de los principios macroeconómicos o incluso hacer unos nuevos, afirma el autor.

No se trata de tener una sola teoría del decrecimiento, sino de analizar todas las propuestas que ya existen y aceptar que no son escrituras sagradas inamovibles. No somos los primeros en pensar y escribir sobre este sueño y debemos revisar, desde lo que dijeron hace ya bastantes años Thomas Paine sobre el ingreso universal, Paul Lafargue sobre el derecho a la pereza y, más cerca, André Gorz, uno de los pioneros en el tema.

Afirma Parrique que la diversidad de pensamientos no sólo es materia de rigor intelectual, sino también de ejemplo de democracia.

En su participación del mes pasado en La noche de las ideas, organizada por el IFAL en México, dijo “la búsqueda de un crecimiento a cualquier precio en los países desarrollados es simplemente un ecocidio”.

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