Se han cumplido ya 100 días del gobierno del presidente Lula y es conveniente resaltar varias de las acciones que ha realizado, no solo en el ámbito interno, sino también en el externo, donde ha viajado a diferentes países con una agenda muy interesante.
En un muy buen artículo en la revista digital “Sin Permiso” que analiza estos 100 días, Valerio Arcary menciona lo difícil que está siendo acabar con la herencia terrible de Bolsonaro, empezando por la cuasi insurrección que hubo a los ocho días de tomar posesión en Brasilia y que afortunadamente fue derrotada, costándole el puesto al comandante del ejército.
Según una reciente encuesta, mencionada en el artículo, el 38 % de la población aprueba la gestión de Lula; el 29 % la desaprueba y un 30% dice que el gobierno es regular.
A pesar de ello, se han llevado a cabo grandes acciones en favor de los pobres que, al igual que en nuestro país, es tema central de la presidencia. Así se logró un presupuesto para asegurar que uno de sus programas estrella de su pasada administración pudiera salir adelante, la famosa “Bolsa Familia”, que es un apoyo directo a los pobres, y también reinstaló los comedores escolares y aumentó las becas de posgrado.
En el aspecto económico ha tomado diferentes decisiones: mientras se detuvo la propuesta de privatizar Correos y se suspendió la privatización del metro de Bello Horizonte, una demanda sentida de la izquierda, que era revisar y, en su caso, anular la privatización de Electrobrás, ya no se realizará, sembrando dudas en su electorado.
Dice el artículo que su mayor lucha ha sido contra el Banco Central, ya que tiene las tasas de interés más altas del mundo, cercanas al 14% anual y, aunque la inflación ha bajado, existe una situación crítica de millones de brasileños, por lo que al final ha tenido que pactar el ministro de Hacienda en lo que ya se conoce como una típica política macroeconómica, que en realidad es “neoliberalismo, con descuento”.
Donde ha desplegado una actividad intensa ha sido en el área internacional. Fue a los Estados Unidos a reunirse con el presidente Biden, aunque la verdad es que la visita pasó desapercibida; también fue a la Argentina y a Uruguay, y este mes estuvo en China, donde lo recibieron con todos los honores.
Desde que tomó posesión ha sido muy claro en su oposición a la política estadounidense, con acciones como las de dejar hacer escala a dos buques de guerra iraníes en Río de Janeiro; negarse a vender armas a Ucrania y, ahora, recibir al ministro de exteriores ruso, el Sr. Lavrov, quien el mes pasado en la India hizo una declaración sorprendente, “La guerra que intentamos detener fue lanzada contra nosotros utilizando a la población ucraniana”. El presidente Lula se concretó a decir que Brasil quiere promover la paz.
Brasil tiene en China su principal mercado de exportación con productos agropecuarios, minerales, petróleo, etc. y es la nación latinoamericana que más inversión de origen chino tiene, con todo y la crítica que ha hecho Lula de que inviertan en compañías brasileñas.
Quizás lo más importante de la visita a China ha sido el relanzamiento del llamado grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), con el acto en el cual Dilma Rousseff, expresidenta de Brasil, tomó posesión del Nuevo Banco de Desarrollo, respaldado por China y que financia proyectos de infraestructura en varios países del mundo.
En ese acto, Lula hizo una declaración que marca su alineamiento con China, al señalar que se debe sustituir el dólar como moneda global, que es el tema central para los chinos, quienes quieren reemplazar el dólar por el yuan como moneda de referencia de los BRICS.
En suma, en estos 100 días Lula ha vuelto a poner a Brasil como un país a tomarse en cuenta en el mundo, tanto por lo que hace interna como externamente.