Trump duerme con el enemigo, pues las filtraciones están fuera de control y la lucha por el poder dentro del gabinete no ayuda a superar la prematura crisis
Juan Pablo de Leo
Donald Trump termina su primer mes en la Casa Blanca en medio de caos y escándalo. Veintitantos vertiginosos días se han convertido en la estampa particular de lo que puede ser la presidencia Trump. Un staff con poca experiencia en gobierno, un gabinete incompleto y una estrategia de comunicación particular han sido los ejes sobre los cuales, día con día, la Casa Blanca de Trump se ha involucrado en problemas por su propia ejecución.
Una mala política con pésima implementación como lo fue la prohibición temporal a ciudadanos de siete países o la propuesta de un muro sin viabilidad económica han sido los menores de los males durante estos primeros días de administración. La burocracia con la que funciona Washington ha frustrado a Donald Trump al punto que, según reportes de Politico Estados Unidos, se encuentra ya harto de su trabajo como presidente, pues no es lo que esperaba, y para su mala fortuna, el gobierno no funciona como una empresa. Está aprendiendo que para gobernar es necesario un consenso entre sociedad, prensa y poderes. Al momento, ese consenso lo encuentra dentro del partido republicano que tiene el control del legislativo, federal y gobiernos estatales. Gracias a ellos, Trump ha podido caminar sin la presión del legislativo como contrapeso de su gobierno.
Mientras los republicanos no encaren a Trump por sus irresponsabilidades y los demócratas sigan como minoría política como lo son ahora, queda en las cortes limitar su transgresión, pero también en las dependencias no centralizadas que, en teoría, existen para contrarrestar dichos abusos. Las filtraciones, como parte de los sistemas democráticos, pueden gustar o no, pero en muchas ocasiones cumplen con esa función. Transparentan gobiernos que se empeñan en ser opacos.
El malestar de Trump ante el accidentado inicio que ha tenido, se marca aún más en las confrontaciones que ha sostenido con la comunidad de inteligencia y la forma en la que ésta parece estar respondiendo con esas filtraciones a la prensa que tienen al actual gobierno en un momento crítico a días de haber comenzado. Desde su campaña como candidato, Trump se encargó de cuestionar el actuar de las diferentes agencias de inteligencia con las que cuenta el gobierno. Desde los primeros reportes sobre la injerencia de Rusia en la elección presidencial estadunidense, que fueron publicados en la prensa a partir de información interna de la NSA, FBI, CIA y otros, la reacción inmediata de Trump fue cuestionar y confrontar a las agencias que entregaron la información.
La comunidad de inteligencia en Estados Unidos es grande. Son 16 agencias que trabajan en actividades de este tipo para diseñar la política exterior y la de seguridad nacional. Según el Washington Post en su totalidad comprende más de 900 mil personas que cuentan con acreditación de seguridad contratistas privados incluidos. Cuando Trump habla de que la inteligencia en Estados Unidos está politizada, se refiere a esa enorme masa que en su mayoría podrá estar de acuerdo y trabajando para él, pero que tiene otra parte que lo está, y que tampoco está dispuesta a ser cuestionada y a permitir que la política de ese país se dirija con tanto desdén, desorden y acercamiento a Rusia.
Apenas son veintisiete días y las filtraciones que han llegado a la prensa desde las diferentes agencias le han representado dos grandes problemas por su cercanía a Rusia. ›Hace unas semanas, el portal Buzzfeed publicó una nota sobre un supuesto dossier que contendría información comprometedora para Donald Trump por parte del gobierno ruso y Vladmir Putin.
El tema es referente al eterno rumor sobre la cercanía comercial y personal que tiene Trump con Rusia y su gobierno. Desde la elección de Paul Manafort en algún momento como su jefe de campaña, y que tuvo que renunciar por la revelación de su cercanía con diferentes actores políticos rusos y ucranianos, se le cuestionó a Trump sobre esta cercana relación.
La historia de Buzzfeed fue desmentida fervientemente por la Casa Blanca y, al final, parece estar enlatada. Pero otro anuncio de la comunidad de inteligencia desde alguna de sus agencias le llegó pronto de nueva cuenta al presidente. Según reportes periodísticos, obtenidos otra vez a partir de una filtración, el general Michael Flynn, elegido por Trump como miembro del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, había sostenido conversaciones con el embajador ruso sobre las sanciones impuestas por Obama tras su supuesta injerencia en las elecciones del año pasado. La administración Trump tuvo información de esta llamada desde días antes, pues fueron advertidos por el Departamento de Estado. Pero ante la pasividad de Trump y de su equipo de no pedir explicación o renuncia y el aumento sobre las sospechas de la cercanía de Trump con Rusia, algún miembro de la comunidad de inteligencia decidió entregar la misma información a la prensa. Fue entonces ante la presión que a las 72 horas de haber publicado el texto y luego de una serie de pifias en su equipo de comunicación, Trump decidió pedirle la renuncia a Flynn.
El escándalo de Flynn no terminaba con su ciclo en las noticias, cuando otra filtración le pegó en el corazón al gobierno. Tan es así, que artículos y preguntas ya comienzan a circular respecto a un posible juicio político contra Trump. Una “controversia constitucional en dos pies”, le llama a Trump. El diario New York Times y la cadena CNN publicaron información que les fue proporcionada por fuentes anónimas, sobre la comunicación de miembros del equipo de Trump con agentes rusos en varias ocasiones durante la campaña política de 2016. Sin dar más detalles ante la verificación de nombres, la información asegura que agencias de inteligencia pudieron interceptar varias conversaciones y contactos de gente cercana a Trump con miembros de la comunidad de inteligencia rusa.
Por primera vez en mucho tiempo se le dio la oportunidad a un candidato de competir por la presidencia sin presentar sus declaraciones de impuestos. La certeza sobre los negocios, inversiones e intereses que pueda tener Trump en Rusia son una incógnita. Lo cierto es que su discurso y acercamiento geopolítico le preocupa a muchos. En el partido republicano, John McCain es quizá la voz más importante al respecto. Conforme puedan ellos como partido desahogar su agenda legislativa con la ayuda de Trump, y se acerquen las elecciones intermedias del 2018 con una baja popularidad de Trump, comenzarán a distanciarse en la medida que les sea posible. Pero esa preocupación persiste independientemente del ambiente político en muchos miembros de la comunidad de inteligencia.
La extraña interferencia del FBI y James Comey a días de la elección presidencial durante la campaña, fue muestra de la politización con la que durante años, J Edgar Hoover condujo a la agencia. Para bien o para mal, para unos y para otros, el juego se extiende. Ese incidente en especifico es señalado por especialistas como la clave para la derrota de Hillary el 8 de noviembre pasado. En aquel momento, la inteligencia le sirvió a Trump, pues indudablemente existen corrientes que comparten su visión. Sin embargo, hoy duerme con el enemigo, pues las filtraciones están fuera de control, y la lucha por el poder dentro del gabinete no ayuda. Bannon contra Priebus o las distracciones de Conway de esta semana han sumado a la crisis en la que se encuentran sumidos.
El fantasma de Watergate comienza a rondar los pasillos a tan tempranas épocas en el gobierno Trump. Hasta el momento, muchos lo han subestimado y ha salido airoso. Sin embargo, también van varias lecciones de humildad, comenzando por la novena corte de apelaciones y su decisión de mantener la suspensión a su prohibición migratoria y ahora ante la comunidad de inteligencia que le ha provocado una crisis que puede llegar a ser constitucional-judicial. Puede encontrar, dentro de su misma casa con las filtraciones, el único antídoto que detenga sus transgresiones de una vez por todas.
El factor moscú El presidente Donald Trump calificó de “sin sentido” las versiones de que su campaña era codirigida por el gobierno de Vladimir Putin.