Recientemente hubo unos cambios inesperados en los bancos de desarrollo y en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). El alfil que había colocado Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, desde principio del sexenio en la dirección general de Nacional Financiera y Bancomext, era Eugenio Nájera, pero no funcionó, por lo que el cambio se interpretó como una victoria del secretario de Hacienda, Arturo Herrera.
Peeero, dicen los que saben, no fue un pleito, sino un acuerdo. Don Alfonso, comentan los que saben, se pertrechó con dos generales debajo de él para que puedan darle seguimiento, apretar tuercas e incluso latiguear a los segundos mandos en las secretarías de Estado, donde ha encontrado los principales obstáculos para concretar los asuntos que le encarga el Presidente.
Sobre la relación con Herrera, dicen, no suden ajeno. Hace unas semanas se pusieron de acuerdo para trabajar coordinados contra los molinos de viento en el Zócalo. Tanto Carlos Noriega que llegó a los bancos de desarrollo, como Juan Carlos Graf, quien llegó como presidente de la CNBV, son gente de Romo.