¿Pueden las obras de arte ser apreciadas solo de frente? ¿Tiene valor artístico la parte trasera de los cuadros? Estas y otras interrogantes son abordadas en la exposición Reversos, una muestra que se exhibe en el Museo del Prado y la cual busca reflejar la importancia que tiene el “lado b”, “el envés”, de decenas de creaciones artísticas; así como los autorretratos y pinturas en las que el artista y lo que involucra el proceso de creación cobran relevancia.
Las Meninas de Diego Velázquez, la obra más relevante con la que cuenta el museo ubicado en Madrid, es un ejemplo de ello. En dicha pintura, que data de 1656, fue el “punto de partida” del cual Miguel Ángel Blanco, comisario de la exposición, ideó esta muestra. En la pintura del artista español se aprecia la familia del rey Felpe IV con una particularidad. Del lado izquierdo se ve el extremo derecho de la parte trasera del lienzo; mientras que en medio del cuadro aparece el propio Velázquez reflejado en un espejo haciendo el trabajo que le encomendó el monarca.
Si bien Las Meninas son el origen de Reversos, el cuadro El artista en su estudio de Rembrandt (realizado dos décadas antes) también cobra alta relevancia en la exposición inaugurada en noviembre pasado. La obra muestra a un pintor frente al lienzo montado e el caballete, del cual es visible solo el reverso, quien se ve de frente es el creador.
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Ambos cuadros han sido considerados por los críticos como una forma de revalorar la pintura, incluso de reivindicarla. Así lo apuntó Fernando Marías en un artículo publicado por National Geographic: “como una actividad noble y no como un oficio mecánico basado en la mera imitación de la realidad”.
Reversos también es como darle “la vuelta al museo”, puntualizó Miguel Falomir, director del Museo del Prado, quien calificó la muestra como “maravillosa” durante su día de inauguración. Además, hizo referencia a Las Meninas, obra de la cual hay una “porción tan grande de su superficie, aproximadamente una quinta parte, que ocupa el reverso del lienzo”, la cual fue añadida durante un momento de su vida con la finalidad de adecuarla a un espacio un poco más reducido.
Sin embargo, es algo que en una exposición tradicional no se aprecia, debido a que solo se exhibe la parte frontal del cuadro. En Reversos se puede apreciar, toda vez que las pinturas expuestas, además de estar volteadas, no están situadas contra una pared sino en medio de la sala.
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En este sentido, el director del Museo del Prado aseguró que las obras son objetos tridimensionales, los cuales deben también ser apreciados y valorados en su totalidad y no solo quedarse en la imagen. La obra como objeto, cuando se le ve por detrás es como un “yacimiento arqueológico”, refirió Miguel Falomir al hacer un símil para subrayar la importancia de apreciar el “lado b”.
En el mismo sentido se pronunció Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo del Prado. Esto al comparar lo que plantea Reversos con lo que le sucede a Alicia en la novela de Lewis Carroll al traspasar el espejo. “Se sumerge en otra dimensión”. Es explorar las obras de arte desde otra perspectiva, “lo que está oculto”.
El artista en su estudio, de Rembrandt, fue prestado por el Museo de Bellas Artes de Boston, en algo que destaca por el hecho de que dicho recinto no suele prestar las obras del pintor holandés si no es para una exposición dedicada por completó a él.
Reversos expone los cuadros que la conforman con la parte de atrás como atractivo. Así es como se pueden ver etiquetas e inscripciones que refieren cambio de propietario, exposiciones en las que han sido exhibidas y restauraciones a las que han sido sometidas; pequeños daños y fisuras propias del traslado que algunas han tenido; incluso bocetos de la obra cuando se iniciaba. Esto como muestra de que el error es parte inherente del proceso de creación de una pintura.
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En palabras de Miguel Ángel Blanco, creador y encargado de la exposición, se demuestra el “interés sobre los reversos”, por tener la posibilidad de “espiar” las partes de los cuadros que regularmente cuentan con “anclajes de seguridad” que los tienen ocultos, en un segundo plano.
Así, se puede tener “múltiples perspectivas” de obras que van desde el siglo VX hasta el XXI. Esa es la motivación de Reversos. Muestra que detrás de sí cuenta con siete años de investigación y la cual se montó en un lapso de tres semanas de montaje.
Reversos cuenta con préstamos de 29 museos, entre ellos el Louvre de París y el Van Gogh Museum de Ámsterdam.
Esta es la forma como el Museo del Prado da al visitante un “rol activo” que permite, en palabras de Josep Alfonso Cara, director general de la fundación AXA (partícipe de la exposición), “democratizar el arte”.
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