Revela NYT mensajes inéditos sobre el caso Ayotzinapa
A nueve años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, revelan más de 23 mil mensajes que podrían ayudar a descifrar el caso
Este mes se cumplirán nueve años del caso de violencia más relevante de la última década; la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa y la falta de respuestas en la investigación que sigue sin revelar el paradero y lo que en verdad sucedió a los normalistas.
A pesar de contar con una comisión especializada para el Caso Ayotzinapa y de la participación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) seguimos sin saber lo que ocurrió la madrugada del 26 de septiembre de 2014; sin embargo, el diario estadounidense The New York Times (NYT) tuvo acceso a miles de mensajes de texto inéditos que podrían ayudar a entender “¿Por qué una banda de narcotraficantes mató a 43 estudiantes?”.
La investigación de los periodistas Natalie Kitroeff y Ronen Bergman apunta a que funcionarios y policías trabajaban para Guerreros Unidos, el grupo criminal detrás del secuestro y desaparición de los normalistas.
Los cerca de 23 mil mensajes de texto, testimonios y archivos de la investigación a los que tuvo acceso NYT, revelan que comandantes de la policía de Guerrero entregaron armas al “Cártel” y recibieron órdenes directas para secuestrar a los estudiantes.
Pero no sólo policías de Guerrero estaban bajo el mando del crimen organizado; militares habrían recibido sobornos para no acudir en auxilio de los estudiantes, pese a tener conocimiento de su secuestro.
De acuerdo con la investigación del NYT, a través de intervenciones telefónicas se logró identificar como integrantes de Guerreros Unidos afirmaban “tener en la bolsa” a los soldados, de quienes también se quejaban por su “codicia”.
El Estado bajo el mando de Guerreros Unidos
La desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa también involucra la participación de trabajadores del gobierno, de las fuerzas del orden y otros “halcones” que lograron sobornar para trabajar con Guerreros Unidos.
Desde un “socorrista” que reportaba al “jefe” los movimientos de las fuerzas del orden en el estado, hasta un médico forense que enviaba fotografías y pruebas confidenciales de los crímenes a dirigentes del Cártel.
Según se lee en parte de los mensajes analizados por el Times, algunos de los cuerpos de los estudiantes fueron incinerados en un crematorio de la familia del forense.
En sus comunicaciones los militares se jactaban de su relación con los militares y funcionarios de Guerrero, hablaban de llevarles “sopa de cangrejo” (dinero) y de regalos que les entregaban a cambio de “poner a raya” a las organizaciones criminales rivales.
Es por esa relación que pese a tener conocimiento de lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y de recibir actualizaciones en tiempo real sobre el crimen, los elementos del Ejército no hicieron nada, según los documentos analizados por el diario.
Incluso después del secuestro de los estudiantes, revelaron que el Ejército tenía conocimiento de la ubicación de los responsables; mediante intervenciones telefónicas supieron que Guerreros Unidos tenía pensado liberarlos, pero esta información no fue compartida con las instituciones que buscaban a los normalistas y tampoco se sabe si las fuerzas armadas tenía pensado un operativo para rescatarlos. EJ
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