A los problemas generados por la pandemia de Covid-19 en México se suma la resistencia de las bacterias a los antibióticos, como el caso de la Streptococcus pneumoniae, un microorganismo capaz de provocar neumonía, presente en algunos casos de Covid-19 y que tiene una resistencia del 70% a la penicilina y de 49% a la claritromicina, otro antibiótico especializado.
Las bacterias no sólo se han hecho más fuertes en el sistema respiratorio; la E. Coli, responsable de diarrea hemorrágica, insuficiencia renal y muerte es capaz de resistir el antibiótico en 74%, mientras que la salmonella, que provoca daños en el aparato intestinal resiste hasta 66%, según datos de un artículo de Carlos Amábile-Cuevas publicado en ResearchGate.
La resistencia bacteriana también provoca altos índices de mortalidad y mayores costos en el cuidado de la salud. En nuestro país este problema se ve agravado por la ausencia de un cuerpo regulatorio que controle eficazmente el uso y la venta de antimicrobianos, la prescripción inadecuada, la automedicación y la poca información disponible sobre el tema.
Las farmacias han desempeñado un papel importante, ya que fue hasta 2010 cuando se estableció el Acuerdo por el que se determinan los lineamientos a los que estará sujeta la venta y dispensación de antibióticos, pero la resistencia de las bacterias ha seguido avanzando por su uso extendido, el acceso deficiente al agua potable, el saneamiento y la higiene tanto en humanos como en animales.
›Con esto en mente, el Instituto Nacional de Salud Pública en México participó como cada año en la Semana Mundial de Concienciación sobre el uso de los Antimicrobianos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de hacer conciencia sobre el fenómeno de la resistencia bacteriana a los fármacos, un problema que se considera una de las principales amenazas para la salud mundial.