La población de los yazidíes, es una de las más afectadas por el ISIS. Dáesh es cruel con esta minoría porque la catalogan apóstata; se considera una fe vinculada al zoroastrismo y se cree que es una adoración al diablo. Autoridades kurdas, en Duhok, corroboran que 4 mil 500 yazidíes siguen siendo prisioneros de los milicianos de ISIS.
¿Qué pasa con ellos? Una vez que son capturados, los hombres tienen dos opciones: convertirse al Islam o morir. Las mujeres sólo tienen una: convertirse en esclavas sexuales.
La organización Aminastía Internacional, denunció hace dos años las torturas, violaciones y otras formas de violencia sexual que el grupo armado, hizo (y sigue haciendo) sufrir a mujeres y niñas yazidíes. Durante las entrevistas que se llevaron a cabo, los familiares comentaron que algunas niñas se suicidaron antes de ser compradas y violadas por los yihadistas. Otras lo hicieron después del cautiverio. “Los daños físicos y psicológicos de la atroz violencia sexual que estas mujeres han sufrido son catastróficos. Muchas han sido torturadas y tratadas como mercancía. Incluso las que han conseguido huir sufren un profundo trauma. Gran parte de las que son retenidas como esclavas sexuales, son niñas de 14 años e incluso menos”, Donatella Rovera, asesora general de Respuesta de Crisis de AI.
“Llegan con historias terribles. Es muy duro trabajar con ellas”, declara la ginecóloga yazidí, Nagham Nauzat, que dirige un centro habilitado, sufragado por una agencia de la ONU, para recibir y ayudar a las esclavas sexuales que lograron huir del califato. “Desde que abrimos hemos atendido a más de 850 supervivientes. Todas las mujeres que hemos examinado, desde los ocho hasta los 50 años, han mantenido relaciones sexuales no consentidas. Han sufrido violencia física y malnutrición y han vivido en condiciones poco higiénicas. La mayoría padece anemia y hemos detectado casos de tuberculosis.”
A pesar de haber sido víctimas de continuas violaciones, la cifra de embarazos es muy baja. “Hay muy pocos casos. Al principio nos extrañó este hecho pero ahora sabemos que los miembros del Dáesh, están aplicando métodos de control de natalidad. Suministran anticonceptivos orales o inyectables e incluso han obligado a algunas a abortar”, revela el director del Departamento de Sanidad de la provincia de Dohuk, Nizar Ismet Taib. “El uso de anticonceptivos depende del propósito del hombre que compró a la chica. Hay quienes sólo buscan diversión y otros que quieren establecer una familia. En nuestro centro no hemos recibido hasta ahora a ninguna embarazada. Es posible que estén recurriendo a clínicas ilegales para someterse a abortos pero es algo que desconocemos. En Irak, la interrupción voluntaria del embarazo es una práctica ilegal”, explica la ginecóloga, Nagham Nauzat. “El mayor desafío es curar las secuelas psicológicas y evitar la depresión y el suicidio”, puntualiza Taib. Según estimaciones de las autoridades kurdas, mil 500 personas han recuperado su libertad. Sin embargo, otras 2 mil personas permanecen secuestradas, bajo la opresión del EI.
Ya sé que esta noticia no es nueva pero escribo sobre estos terribles sucesos para que no los olvidemos. Los medios nos llegan a bombardear con noticias que nos indignan, pero pasado el “shock” las dejamos en el olvido. Lo hacemos porque personalmente no nos afecta y no es nuestra realidad. Yo me pongo a pensar, ¿cómo hubiera sido mi infancia si la hubiera vivido en un campo de concentración o en una guerra? ¿Cómo hubiera sido mi perspectiva hacia los hombres si ellos me hubiera robado la virginidad a los ocho años?
Si nos vamos a quedar en casa, busquemos la manera de apoyar a los héroes que van al campo por nosotros. Yo no tengo que decirles cómo ayudar, cada uno ya sabe cómo hacerlo.