¿Te has preguntado por qué no puedes parar de comer?

26 de Noviembre de 2024

Rebeca Pal

¿Te has preguntado por qué no puedes parar de comer?

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Hay días que me da por comer de más, y ya quitando la culpa que esto me trae, me hace cuestionarme qué detona esa hambre, que no es hambre, y que no puedo controlar. Me gusta entender lo que me pasa, así que me puse a investigar y resulta que sí hay factores que pueden hacer que pierdas el control y que no puedas parar de comer:

  • Medicación

Algunos antidepresivos y corticoides estimulan el apetito. Lo mismo ocurre con la marihuana (desinhibe las neuronas involucradas en la supresión del apetito).

  • Azúcar y grasas trans

Los alimentos ricos en carbohidratos simples, producen un pico de insulina que neutraliza el azúcar en sangre y baja los niveles de glucosa. En cuanto el cuerpo lo detecta, demanda la ingesta de alimentos ricos en azúcares para volverse a nivelar, y termina siendo un círculo vicioso.

  • No dormir

Los niveles de grelina en sangre suben, aumentando las ganas de ingerir carbohidratos y otros alimentos calóricos. La pérdida de sueño nos hace más vulnerables ante la tentación de comer galletas, chocolates y dulces.

  • Estrés

Al estresarnos las glándulas suprarrenales segregan cortisol, sustancia que estimula la producción de insulina y, que si sucede de forma prolongada, se produce un aumento de peso. Además, el cortisol hace que retengamos más líquidos y reprime la actividad de la THS (hormona que estimula la tiroides), lo que nos puede producir hipotiroidismo.

  • El desayuno

Lo que comemos en el desayuno, determina la eficiencia del organismo para quemar las grasas de los alimentos consumidos a lo largo del día.

  • “Food-Porn”

Las imágenes de comida que vemos en redes sociales, provocan ansiedad y eso desajusta nuestro apetito.

  • No comer suficiente proteína y fibra

Tienen una gran capacidad para saciar el hambre por más horas.

  • Comer deprisa

Comemos más de los que necesitamos porque no le damos los 20 minutos que necesita nuestro estómago, para mandarle a nuestro cerebro la señal de que ya no requiere más alimento.

  • Alcohol

Es probable que consumamos alimentos altos en calorías cuando tomamos alcohol, porque deshidrata y nos hace confundir el hambre con la sed.

  • Portador del gen del hambre

Gen FTO, que lo porta uno de cada seis personas. Hace que los niveles de grelina (hormona que se dispara con el hambre), sigan altos a pesar de haber comido.

Tenemos cantidades ilimitadas de alimentos al alcance de la mano, lo que ha cambiado nuestra relación con la comida. Y es que la industria crea alimentos que son, a la vista, muy apetecibles y que nos vende a través de un marketing agresivo y a precios bajos. Estamos viviendo en una época en la que la comida es un lubricante social, por eso hay tantos casos de sobrepeso y de trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Comemos por ansiedad, aburrimiento, coraje, soledad, frustración, indecisión, culpa, vacío. Nos apoyamos de la comida para gestionar las emociones, porque no sabemos hacerlo. La utilizamos para entender nuestros sentimientos. Y si a esto le sumamos que la comida tienen un poder calmante, el festín de emociones está completo. Varias investigaciones avalan que la ingesta de comidas azucaradas o con mucha grasa, activan el mismo circuito cerebral de recompensa y placer que las drogas. También hay una raíz biológica; tras comer nuestro cerebro nos premia por el esfuerzo físico realizado para conseguirla. Pero en la actualidad ese esfuerzo se reduce en abrir el refrigerador o pedir comida a domicilio. Usamos la comida para anestesiar, a corto plazo, las emociones que nos son desagradables.

Recordemos que el hambre es una necesidad fisiológica no es selectiva. Así que si se nos antoja algo concreto, es casi seguro de que sea hambre emocional. Por eso intentemos comer con consciencia. Se trata de reconciliarnos con la comida y lograr una relación de confianza, y no de culpa.