La infancia, ¿se destruye o se construye?

29 de Noviembre de 2024

Rebeca Pal

La infancia, ¿se destruye o se construye?

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Ahora con la llegada de los Reyes Magos, vi algunas reacciones de niños y niñas que me dejaron con la boca abierta. Es por eso que me gustaría dedicar este espacio para escribir de un tema que me preocupa, y que veo que cada vez se está saliendo más de control. Me duele leer que una gran mayoría de niños se encuentran en un estado emocional delicado. En los últimos quince años, se han hecho investigaciones que muestran estadísticas alarmantes sobre un aumento importante de enfermedades mentales infantiles:

  • 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental: Se ha notado un aumento del 43% en el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), un aumento del 37% en depresión adolescente y un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años.

¿Por qué?

Porque los niños de hoy son sobre-estimulados y sobre-regalados de objetos materiales. La gran mayoría de padres y madres están distraídos digitalmente, son indulgentes y permisivos (permiten que los niños sean quienes ponen las reglas, lo cual les da sentido de derecho y de merecerlo todo sin un esfuerzo de por medio), tienen una nutrición desequilibrada y el sueño es inadecuado, una vida sedentaria, niñeras tecnológicas, gratificación instantánea y ausencia de momentos de aburrimiento.

El psiquiatra Luis Rojas, da unas recomendaciones para prevenir estos problemas y, en caso de tenerlos, puede haber mejoras inmediatas al implementarlas:

  • Establecer límites. Los niños se sienten más seguros cuando saben que los mayores son quienes tienen el control.
  • Dar a los niños lo que necesitan y no sólo lo que quieren. No hay que tener miedo de decirles “no”.
  • Poner orden en la comida, proporcionando alimentos nutritivos y no comida chatarra.
  • Pasar una hora al día haciendo actividades con ellos al aire libre.
  • Evitar el uso de tecnología al interactuar con ellos.
  • Dependiendo de la edad, es correcto involucrarlos en alguna tarea del hogar que los haga sentirse responsables: ordenar los juguetes, poner la mesa, doblar ropa. No hay que cargarles la mochila, ni pelarles las frutas si lo pueden hacer por ellos mismos.
  • Tener una rutina que aporte un horario de sueño consistente.
  • Enseñarlos a ser independientes. Equivocarse les ayudará a desarrollar la resiliencia y la tolerancia a la frustración.
  • Dejarlos que se aburran para que la creatividad despierte. No usar la tecnología como cura del aburrimiento, es mejor ayudarlos a crear ideas de actividades para cuando estén aburridos.
  • Enseñarlos a esperar y retrasar la gratificación.
  • Hacerlos entender que durante la comida no hay celulares en la mesa. Es importante que sepan socializar.
  • Estar emocionalmente disponibles para enseñarles la auto-regulación y las habilidades sociales, para reconocer y gestionar la frustración y la ira. Al final del día, una padre y una madre deberían ser entrenadores emocionales de sus hijos.
  • Conectarse emocionalmente con ellos a través de la lectura, el contacto físico y visual, el juego, el apapacho.
  • Y como último, enseñarles (sin obligarlos) a compartir, a esperar, a saludar y a reconocer errores y disculparse por ellos.

No voy a juzgar porque no soy madre, pero me agobiaría que mis sobrinos y mis sobrinas hicieran estupideces porque sus padres no tuvieran el tiempo ni la paciencia para hacer el rol que les corresponde. No creo en los niños problemáticos, creo en los padres ausentes que hacen niños problemáticos.

“La infancia es la etapa en que todo se construye. De ahí la importancia de una educación personalizada y de calidad” Paulo Freire.