Leí un libro que me gustaría compartirlo con ustedes: En el silencio de la cultura.
El libro es muy interesante, sin embargo, no es para cualquier tipo de lector. Del libro aprendí que el hombre necesita del arte para apaciguar su estado bélico. Necesita creer que su paso por el mundo es artístico, quiere dejar huella y se apoya del arte para lograrlo. “Es en la guerra donde cobra forma la fusión poética entre arte y vida, como en Kobilek, de Adengo Soffici, donde se afirma que todos los hombres están destinados a ser artistas”, “la guerra es bella porque destruye y permite fundar lo nuevo”. El arte, específicamente la música, acompañaron los castigos o las ejecuciones públicas, convirtiéndose en un instrumento de tortura. Cultura y violencia se unen: “Como si El jardín de las delicias de El Bosco, tomara vida en los campos de concentración.” Nietzsche subrayó la ambigüedad de la propia música, que tan pronto suena anticuada como nueva y simboliza, para él, el alma alemana, joven y decrépita:
“Esta clase de música expresa del modo más cabal lo que pienso de los alemanes: éstos son de anteayer y de pasado mañana, carecen aún de un hoy.”
Después de la Segunda Guerra Mundial, la línea que va desde la tecnología al trabajo, a la guerra y al arte, es una y la misma. Como lo dijo el gran pintor mexicano, Diego Rivera: “Se ha dicho que la revolución no necesita al arte, pero que el arte necesita de la revolución. Eso no es cierto, la revolución sí necesita un arte revolucionario.”
En el capítulo, En un mundo Disney, comprendí que, Walt Disney, tuvo la sensibilidad y la inteligencia para proporcionarle al mundo lo que necesitaba: que los hombres se relacionaran con sus sueños, mitos e incluso con la manera en que lo real pasa a ser transformado en mito. “Mickey Mouse o el Pato Donald actúan como fármacos de los miedos y los peligros que produce el mismo proceso civilizador hasta llegar a formar parte del proceso mismo.” Einstein señaló que Disney era un sueño infértil y sin consecuencias, refiriéndose al olvido que los dibujos animados producían. El éxito de Mickey Mouse, entre otras muchas cosas, fue el escape de la realidad durante la guerra, que le brindó al mundo entero. Ahora entiendo porqué los niños usaban máscaras antigas con la cara del famoso ratón
En el capítulo, En la fábrica de Andy Warhol, fue interesante ver la evolución del arte. Se convirtió en repeticiones infinitas y en un arte que mostraba el consumismo en todo su esplendor, la supremacía de lo cuantitativo, el racismo, las injusticias y los autoretratos de celebridades; hasta del mismo Beethoven y de Mickey Mouse. Warhol, introduce en el arte la lógica de la máquina respondiendo, con ello, a su deseo de ser una máquina porque toda imagen es objeto de consumo.
“Recientemente, una empresa se mostró interesada en comprar mi “aura”. No querían mis productos. Insistían: “Queremos su aura”. Nunca pude saber qué querían. Pero estaban dispuestos a pagar mucho dinero por eso. Y pensé que, si alguien estaba dispuesto a pagar tanto por eso, debía procurar saber de qué iba el asunto. Creo que el “aura” es algo que únicamente pueden percibir los demás, sólo ven aquello que quieren ver. Todo está en los ojos de los demás.”
Sucede lo mismo en el campo de la medicina, la ciencia y la tecnología: “Arte, medicina y tecnología convergen, convirtiendo los quirófanos en salas de performances.” “La Novena, Mickey Mouse, Barbie o Disney World, son algunas de las prótesis del hombre que perdió su voz en la Gran Guerra.”
Afirmo que el arte, en todas sus facetas, es un alimento para el alma del ser humano que sin ella, perecería en el vacío de lo cotidiano y del aburrimiento que produce el no trascender. El hombre necesita del arte para resaltar su belleza y esconder su monstruosidad.