Reforma, bajo los pies de AMLO
Ni en los años gloriosos del PRI, ni siquiera en las más importantes marchas del PRD o del propio Morena se había mostrado este músculo
Hoy Paseo de la Reforma fue una larga romería. Caminó muy lento, sin prisa. Iba apretujado desde muy temprano. Entre vivas y gritos, pancartas y música, el Presidente logró lo que quería, mostró su fuerza.
Así, la avenida más emblemática de la capital del país, durante casi siete horas fue tomada por los simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ni en los años gloriosos del PRI, ni siquiera en las más importantes marchas del PRD o del propio Morena se había mostrado este músculo.
Fueron 100 mil o un millón, cómo podría contabilizarse… kilómetros llenos durante una de las marchas más largas registradas.
Tampoco se podría ser exacto en la suma, para tener una cifra, de los camiones foráneos o peceros, chicos y grandes, que se usaron para que las personas llegaran desde todas las alcaldías capitalinas, y de Guerrero, Chiapas, Sinaloa, Nayarit, Sonora, Guerrero, Veracruz, Hidalgo, Michoacán, Campeche, Tabasco… de todos los estados, hasta los que todavía no son de Morena, pero que hay organizaciones populares que de ser priistas transmutaron en los últimos años a morenistas, como el estado de México o Chihuahua. Desde Polanco, hasta la Lagunilla, desde Periférico y Patriotismo hasta Chapultepec, en todos los alrededores había decenas y decenas de esos camiones estacionados, algunos incluso desde el sábado.
Era la cita de la unidad, de la fuerza, de la 4T y de la lealtad. Y allí estuvieron, los que creen en el Presidente y los que quisieron ser vistos por el Presidente.
Domingo de fiesta
Era notorio, los más organizados que venían en bloques desde los estados, con enormes pancartas y banderines, algunos hasta sus propias bandas o batucadas. Era una fiesta.
Luego había las organizaciones populares, las sindicales y sociales. También en grupo, con sus propios gritos y demandas.
Otro bloque más, el de los funcionarios, bien arregladitos, sin pancartas, pero algunos uniformados, con alguna chamarra, playera o de perdida gorra. Estaban en pequeños grupos, y varios de ellos no llegaron al Zócalo, se quedaron cerca de la Alameda Central y se fueron a comer.
Foto: Cuartoscuro
El último grupo, que llegó en familia o entre amigos y amigas, y algunos con todo y perro. Ellos y ellas eran de todas las edades, pintaron playeras y cartulinas; venían preparados con sus blanquitos, avanzaban o formaban vallas, se esperaron muchos para ver pasar a Lopez Obrador, otros se apresuraron a llegar al Zócalo y tener el mejor lugar.
En patines, patineta, bicicleta o empujando una carreola o hasta con bastón o silla de ruedas, así llegaron, querían estar y todos querían verlo.
Todos ellos, junto con los puesteros de comida, recuerdos y hasta de artículos navideños, formaron la marcha que comenzó con un sol mañanero hasta que casi comenzó a apagarse.
Foto, selfie... lo que sea
Tenían que ser vistos y temprano llegaron. No sólo era estar a lado o de perdida saludar al Presidente, era que la gente también supieran que estaban con él.
Los que pudieron lograron su foto o ‘selfie’ con el presidente o con alguna corcholata sonreía con orgullo. “AMLO es un gran Presidente, Noroña es el siguiente”, gritaban quienes se encontraban con el diputado petista.
Pero el sol comenzaba a calar y muchos iniciaron la retirada, porque el Presidente ya no venía. “No se vayan, ahorita va a pasar, tiene que ver nuestro apoyo”, trataba de convencerlos una mujer de la tercera edad.
Y así fue, pasó, los saludó, pero de lejos. Era tanta la gente a su alrededor, que era más fácil conseguir un pisotón, una caída, un golpe, que un saludo del tabasqueño.
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