La península de Yucatán está a tan sólo 98 kilómetros de Mérida, su capital, un pueblo pesquero lleno de encanto y experiencias naturales generadas a partir de su ecosistema que es único, Celestún.
Es por la combinación de aguas que tiene, salada por el golfo de México y dulce por su estero, que se convierte en el lugar ideal y favorito para que algunas especies establezcan ahí su refugio por lo que en su Reserva de la Biosfera Ría Celestún habitan más de mil 420 especies de plantas y animales de los cuales 86 se encuentran en riesgo y 46 son exóticas y dentro de ellas se encuentran los Flamencos del Caribe.
Estas esbeltas aves que pueden llegar a medir de alto entre 120 a 140 centímetros, su particularidad es que no saben flotar por lo que durante el día están inmersas en el agua sostenidas por sus largas patas para alimentarse y cuando sube la marea se retiran a su zona de refugio nocturno.
La llegada a Celestún es por una carretera que no tiene complicaciones y es segura, así como cruza por una reserva protegida en la que puedes encontrarte, si tienes mucha suerte, con el cruce de algún jaguar.
La reserva se encuentra a la entrada del pueblo por lo que su acceso es fácil. La bienvenida en el lugar te la da una comunidad importante de mapaches que curiosos se ubican en la zona de estacionamiento. Ahí inicia la experiencia.
Para llegar a los flamencos es indispensable hacer un recorrido de unos 20 minutos en una lancha, servicio que se ofrece en ese lugar.
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Una nota importante es que el pago se lleva a cabo exclusivamente en efectivo por lo que es recomendable llevar el monto del costo de forma previa. El paseo en la lancha para cuatro personas tiene un valor de dos mil 400 pesos.
Ya en las lanchas que están muy cuidadas y se manipulan de forma segura, recorrerás parte del brazo de mar y poco a poco te adentras por aguas de color rojo por la vegetación y el mangle que lo rodea, a partir de ello puedes apreciar a lo lejos a cientos de flamencos.
Conforme te acercas el sonido es extraordinario. Los flamencos nunca callan y parecería charlan en voz alta dando un extra a la experiencia que ofrecen. Mientras se alimentan y sumergen sus largos cuellos para encontrar jaibas y camarones, la charla no cesa. Así podrás ver durante el día el comportamiento de estas aves.
Por la tarde, aproximadamente a las 3 de la tarde inicia el incremento de la marea por lo que muchos de ellos se retiran y puedes verlos volar en grupos, viendo sus grandes patas que pareciera rosan el agua, y formando nubes rosas que entran en la zona de manglares para buscar refugio.
La experiencia es única y vale la pena experimentarla. Después de que realices este recorrido, te recomendamos ir a las playas de Celestún ya que pescadores ofrecen delicias gastronómicas en ese lugar y a muy buen precio para lograr un cierre magistral a tu visita.
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