Repartidores en moto

31 de Enero de 2025

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Repartidores en moto

js zolliker

Se conocieron en la secundaria. Aunque no estaban en el mismo grado académico, compartían amigos en común. Al fin y al cabo, todos eran de la misma zona. Ella, un par de años más joven, proviene de una familia numerosa, en la que es la menor de nueve hermanos (el primogénito le lleva 20 años) y quedó huérfana de padre incluso antes de nacer. Él, por su parte, es hijo único de una empleada del sistema penitenciario y nunca conoció a su progenitor.

No hace falta decir que desde que se vieron, se gustaron. Se intercambiaban miradas apenas por encima del hombro cuando coincidían en los descansos de la escuela, pero no se comunicaron hasta una fiesta que se organizó en la colonia. Desde ese momento se volvieron inseparables.

Cuando terminó la escuela, él optó por no continuar con la preparatoria durante un tiempo para esperar a que ella lo alcanzara y así estudiar juntos.

Sin embargo, poco después, ambos abandonaron sus estudios, ya que consideraban que los conocimientos eran poco prácticos e inútiles para la vida real. Como resultado, ella fue expulsada de su casa y se refugió en el departamento de él, el cual su madre pagaba, aunque sólo lo utilizaba para dormir dos veces por semana debido a sus largas jornadas laborales.

Poco tiempo transcurrió antes de que se dieran cuenta de que necesitaban un ingreso. Después de intentar durante meses encontrar trabajo en alguna empresa o institución sin éxito, se inscribieron en el programa de becas del gobierno actual.

Con el dinero que reunieron, sus ahorros y la ayuda de sus familias, compraron una motocicleta en una tienda de electrodomésticos.

Ambos se registraron como repartidores de moto, encargados tanto de llevar paquetes de un lugar a otro como de entregar comida pedida en restaurantes a través de aplicaciones en teléfonos móviles. Él conduce, mientras ella desciende de la moto, entrega la mercancía y gestiona el pago cuando es necesario.

Ellos desean realizar la mayor cantidad de viajes en el menor tiempo posible para trabajar lo necesario, pagar deudas, comer ese día, cargar gasolina y, tal vez, tener un extra para algo de diversión.

Sin embargo, al carecer de experiencia previa en la conducción de motos, son bastante torpes. Pero así son las cosas y así es como están. Por ahora no tienen grandes expectativas ni se ven en un empleo bien remunerado que les permita tener una vida digna y un retiro medianamente cómodo. Son jóvenes y, como el resto de su generación, no piensan más allá del fin de semana. Lamentablemente, no les quedan muchos más así.

Pronto sufrirán un accidente. Los percances que involucran motocicletas en México se han incrementado de forma descomunal debido a la inexperiencia de los conductores, los riesgos innecesarios y las malas condiciones de calles y avenidas. Es importante destacar que no tienen seguro.

Las empresas para las cuales reparten tampoco proporcionan seguro, y a ellos no les interesa verificar si están protegidos. Ella perderá varios dedos de una mano, y él requerirá varias intervenciones muy costosas para salvar su pierna.

Todo el patrimonio de sus familias se esfumará con rapidez. Así la preocupante realidad no-velada de los nuevos repartidores en moto. ¿Hasta cuándo se hará obligatorio en México contar con un seguro como en todos los otros países miembros de la OCDE?

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