No, nuncamente

25 de Noviembre de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

No, nuncamente

js zolliker

Tiene un humor magnífico y un sentido de la responsabilidad sin igual. Es disciplinado, trabajador y cuida de su gente. Nació en una ranchería inmisericorde, en el seno de una familia desintegrada y paupérrima. Él y su vecina fueron los únicos que aprendieron a leer en su lejana comunidad.

Su padre, que se sabe, era albañil y se dedicaba a la construcción, iba y venía por temporadas; no puede decir que lo conoció a plenitud ni que le influyó en su formación, al menos no como lo hizo su abuelo materno que siempre estuvo presente y le impulsó a formarse y superarse. Estudiar es el camino para salir adelante, le decía.

Por eso, aunque tenía que recorrer grandes distancias, se enfocó en obtener conocimientos. Fue la prioridad familiar y concentraron todos sus esfuerzos para que él, pudiera salir adelante y luego, ojalá, pudiera jalar a sus hermanos y primos. Así, cuando los cárteles que toleraba el gobierno fueron a hacer leva a su localidad, él no tuvo que elegir entre dedicarse al crimen o morir, como le sucede a la gran mayoría de mexicanos. A decir verdad, él ya estaba lejos, en la ciudad, y gracias al apoyo del compadre del primo de un amigo, vivía de lavar camiones urbanos a cambio de un poco de dinero y de que le dejaran dormir en la Central.

La telesecundaria, sustituyó a sus profesores presenciales. El mismo gobierno que le abandonó en salubridad, alimentación y seguridad básica, le abonó en preparación televisada. Solo tenía que encender una pantalla y obtener una educación formal, donde le enseñaron que 2+2= 4 y que esa, era una verdad tan indiscutible como que el día se anuncia con el salir del sol en el horizonte.

Algo después, se propuso estudiar inglés. Le becaron en una franquicia de escuela de idiomas a cambio de estacionar coches, cuidarlos y lavarlos si los clientes se lo pedían.

Al igual que él, todos los clientes de ese establecimiento querían aprender un idioma como herramienta que les ayudara a llevar comida a la mesa.

Pasados unos años, se dedicó al turismo y aquella, fue la mejor etapa de su vida hasta ahora. Se empleó en un hotel y por vez primera, llegó a ganar en un mes, contando sueldo y propinas, el doble de lo que su familia nunca vio en un año. No por nada, el turismo era considerado el más importante ingreso nacional después de las remesas y la fabricación de coches.

¿Lo malo? El gobierno no le dio importancia suficiente a su sector turístico y ante la evidente recesión económica mundial, las familias que cortan primero los gastos innecesarios, como los entretenimientos y viajes, les abandonaron. ¿Qué va a pasar con él y sus compañeros a los que le han disminuido los turnos? Claro, pueden comer de la pesca y de los frutos de la tierra, pero eso no les permiten, tener acceso médico indispensable, educación de calidad y nada que les ayude a superarse.

Siempre, tiene la opción de volver a su ranchería, lo reconoce. Pero no quiere tomar esa opción donde observa un retroceso. Desea que al menos, lleguen más extranjeros por los precios bajos de la crisis, pero por la inseguridad donde todos los días aparecen nuevos muertos, parece difícil. ¿Cómo es que el gobierno ha abandonado a una industria tan importante? ¿Acaso deberá volver, por malas políticas públicas, a lugar de donde salió?

Eso sería un grave retroceso generacional. Qué tristeza que su abuelo haya sacrificado tanto, para después de 30 años, tener que regresar al nivel y calidad de donde partió. Todo, por una planeación irresponsable de políticas públicas. ¿Para eso él y otros votaron? Definitivamente no, nuncamente.