En el bullicioso y moderno distrito de Pudong, en Shanghái, vivía Lin Mei Ai. Delgada, de estatura baja, pero de rostro amable, era una mujer muy reservada con su vida privada, con una vida comunal bastante limitada. Cierto es que saludaba a sus vecinos con amabilidad e interés, hacía una que otra pregunta sobre tal o cual persona, pero en realidad, convivía muy poco con otras personas.
Lin Mei Ai trabajaba como burócrata para el Estado. En realidad, pasaba todo el día haciendo papeleo y asignando que determinadas personas tuvieran acceso a pensiones, ya fuese por edad o por incapacidad parcial o total y permanente. Detestaba ese empleo, a decir verdad, pero es lo que le daba de comer desde que le había sido asignado hacía treinta años, por el gobierno, cuando egresó de la universidad. Y allá, nada peor que traicionar lo que la autoridad dicta.
Sin embargo, cuando estuvo a punto de quitarse la vida, descubrió una chispa de supervivencia, algo que le ayudó a motivarse y a levantarse todos los días de la cama, preparar un té, comer alguna galleta o algo de pescado y no colgarse en el baño. Eso le ayudó a sobrellevar las jornadas rodeada de desvalidos que la tenían casi enloquecida por su paupérrimo estado: el
Baidu Baike, una enciclopedia colaborativa en línea, exclusivamente China, que sigue el mismo modelo colaborativo de la famosa Wikipedia.
Lo recuerda con toda claridad: era un miércoles por la noche, la luna estaba en cuarto menguante y venía con un humor de perros porque tuvo que negarle la pensión a una mujer viuda, enferma de cáncer incipiente, pues sus protocolos indicaban que era mejor acelerar su muerte que mantenerla viva un par de años más. Entonces quiso buscar un dato sobre la política de dejar morir a los enfermos y no gastar recursos públicos en la antigua ex Unión Soviética y dando clicks en algunos enlaces, se encontró que la información publicada sobre los soberanos de tal nación, era hasta cierto punto, incorrecta.
Entonces abrió una cuenta, creó su nombre de usuario y quiso editar la información.
Pero le bloquearon. En fin, para hacer el cuento corto, se enfrascó en una acalorada discusión en un foro con uno de los grandes aportadores de información en Baidu Baike y con la fotografía de una enciclopedia oficial, su argumento ganó. Entonces pudo editar y además, ganó el respeto de varios otros editores. Eso le inyectó adrenalina, razón de ser.
Así, en lo profundo de las misteriosas calles de Shanghái, se le ocurrió que al llegar a casa, editaría la Baidu Baike para construir un mundo medieval que le habría gustado que existiera. Lin Mei Ai tejió entonces una telaraña de datos falsos, una realidad alterna sobre la edad media en Rusia, al grado en que pronto, sus inventos se fueron interrelacionando entre sí, con otros tantos documentos que le citaban como fuente confiable.
¿Qué oscuros motivos podían haberla impulsado a crear y editar meticulosamente estos engañosos relatos? Descubrió que podía distorsionar la realidad, lo que le confería poder y dominio sobre el tiempo. Descubrió pues, su vena de novelista y eso le llenó de un personalísimo placer, que por cierto, debió mantener oculto mientras historiadores y expertos del Estado, encabezados por Zhang, intervinieron en Baidu Baike y se lanzaron en una búsqueda desesperada para descubrir la identidad de tan conocedora experta. Desenmascararla se convirtió en una obsesión para Zhang, al grado en que desafiaba los límites de lo racional.
Años pasaron para que el detective Zhang pudiera llegar al solitario apartamento de Lin Mei Ai y pudiera verla inclinada sobre su computadora, creando historia, como si estuviera sumergida en un trance. Al sentir su presencia, levantó la mirada y al saberse descubierta, le sonrió como si estuviese esperando su llegada. O eso dicen los que dicen que saben, porque desde hace varios meses, desapareció y no se ha vuelto a saber nada de ella…