Hasta los huaraches

24 de Noviembre de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Hasta los huaraches

Es importante que haya memoria histórica. Y que se hable de perdón entre los pueblos. Que Canadá también lo haya hecho con sus indígenas. Que Francia lo haya hecho con Argelia y y también debería hacerlo Bélgica por el sadismo de Leopoldo II en el Congo.

Aquí, sin embargo, no me parece bien que haya quienes busquen la disculpa de España con México porque ya existe una (firmada en 1836) y porque nuestra historia de país es diferente, hermanados no sólo en el lenguaje y nombres propios, sino hasta en los genes.

Una cosa es que haya memoria histórica y otra que permitamos que cada historia sea motivo para andar exigiendo perdones, porque entonces tendríamos que buscar que los tlaxcaltecas se disculpen también con los herederos de Moctezuma, o nosotros disculparnos por Santa Ana porque arrasó con el Álamo. De la guerra de las castas yucateca, a los germanos medievales con los vikingos, podemos aprender y reconocer la historia, sí, pero eso no es lo mismo a crear encono con exigencias, al grado en que algunos en redes sociales y medios de comunicación, por defender la idea del “perdón”, ya hasta reniegan de nuestro mestizaje y ya de nuevo andan con la cantaleta de odiar a un pueblo entero porque en uno de sus barcos, quizás venían tipos enfermos de viruela.

Los mexicanos somos un pueblo mestizo y de muchos pueblos construido. Basta hacerse un sencillo estudio de ADN para demostrar que estamos hechos de una gran mezcla de genes, culturas y razas. Quizás el perdón sea eso, comprendernos, aceptarnos y seguirnos construyendo. Porque el resentimiento es un fuego que se esparce muy rápido en un país en el que desde hace años se nos ha educado en un rancio nacionalismo que incluso llegó al ridículo de afirmar que con los tratados internacionales se extinguirían los tacos.

Además, ¿no se les hace extraño que este reimpulso nacionalista haya comenzado por una senadora que dijo que comer carnitas era apoyar la caída de la gran Tenochtitlán? ¿Qué hay detrás de todo esto? Yo no olvido los libros de la SEP siendo, incluso, antiespañoles en la época del asesino populista Luis Echeverría. Y las consecuencias de sus políticas educativas las estamos sufriendo hoy día.

¿Por qué dividir y no unir? ¿Por qué gestar animadversión y resentimiento hasta en el camión (hace rato un grupo de adolescentes se burlaban de una chica porque “parecía gachupina”)?, ¿estamos viendo el resurgimiento de lo peor del añejo sistema político y sus grupos de poder? ¿Sus diferentes intereses internacionales, con ideología incluida si resultase que tiene esto que ver con cómo se gestionan grandes proyectos como el de energía y ferrocarriles, cuando España pensaba invertir?

Cuidado y no exijamos perdones por todo, porque al rato terminaremos pidiendo perdón por Maximiliano o los memes o el robo del alambre de púas del muro fronterizo o por cada vez que algún turista usa calcetines con huaraches.

Hagamos un proyecto académico de memoria histórica, pero que no sea a conveniencia, como lo que quieren hacer con el Fondo de Cultura Económica (FCE) donde de tajo quieren borrar la parte de la historia que no les gusta. Que sea memoria y no una fábrica de indignación absurda en la que terminaremos socialmente más divididos y luego no será fácil volver a unirnos. Ni entre nosotros como pueblo, ni con las demás naciones.