Reporta el agente infiltrado Pedro Fonseca y Lima que intentó convencer a la tigresa que él,
permaneciese
dentro del vehículo pues quizás el ruso no lo habría visto a través del entintado de los cristales. Ella se negó y pretextó que les
acribillarían
sin misericordia bajo cualquier duda o excusa. No se andan con chingaderas, como dicen ustedes en este país. Además, le dijo que ya les esperaban a ambos.
Reporta el agente Fonseca y Lima que Margarita les habría dicho a los criminales que él, era un doble agente y que desde hacía tiempo estaba trabajando para cuidar los intereses del grupo de Puebla y ella, solo fungía como “testiga de honor” invitada por el “comandante partido español VOX, con presencia en
Méjico”.
Reporta el agente Fonseca y Lima que le sudaban las manos por los nervios, pues aquellos traían todo un arsenal y reconocía de antemano que se encontraba en evidente desventaja numérica y de condiciones y en su experiencia policial, aquello implicaba muy baja estadística de supervivencia y muy altas probabilidades de que todo se les fuera al carajo con apenas un chasquido de lengua.
Reporta el agente Fonseca y Lima que apenas le vislumbró, el ruso le congeló una sonrisa sardónica que le sostuvo con la mirada –evidentemente rencorosa– que no le quitó de encima hasta que llegaron a unos salones detrás del restaurante y bar. Reporta Fonseca y Lima que observó que, fieles a la usanza de criminales de la alcurnia tradicional en México, había frente a cada silla de la mesa redonda que les esperaba, un vasito mezcalero (de los que fondean con un grabado de la Santa Cruz) servido hasta el tope para abrir la boca y después, para sellar cualquier pacto o negocio que se acordara en tales condiciones (la alegoría religiosa estaba para recordarles a los aceptantes que todos se encomendarían a Dios y que quien rompiese el compromiso, terminaría en el camposanto).
Reporta el agente Fonseca y Lima que, como le urgía un trago, se apoltronó frente al primer lugar vacío al que tuvo acceso con el fin de asegurar el más pronto abasto del liquido. Con cierta velocidad y atropello, el soviético se tumbó en el asiento inmediato más próximo a su derecha.
Reporta Fonseca y Lima que, en son de paz y mientras los demás buscaban acomodarse, solo atinó a decirle que lamentaba mucho haberle noqueado pues la suya, solo fue una respuesta instintiva de haberlo sorprendido jalándolo del brazo tan vehementemente; después de todo, no solía perder los estribos y el “spetsnaz” le sacaba al menos una cabeza de altura y unos treinta kilos de músculo.
Reporta el agente Fonseca y Lima que su contraparte le respondió con sequedad que, por su entrenamiento, el mejor del mundo por ser de la KGB, jamás perdía los estribos y que si lo llegase a matar, no sería por venganza personal sino por una orden o necesidad de negocios. Reporta Fonseca y Lima que alcanzó a ver que de la bolsa de su chamarra, asomaba la empuñadura de una daga caucásica, lo cual le puso nervioso.
Reporta el agente Fonseca y Lima que se convenció de que moriría esa tarde apenas llegó ante ellos, una muy atractiva y joven muchacha, con innegables rasgos kievitas y que depositó en el centro de la mesa, dos botellas de shampoo (https://bit.ly/3FZSvCB) que de inmediato reconoció por ser las que se había robado de un supermercado, obviando el escándalo internacional, un importante ex ministro de la presidencia de un izquierdista país sudamericano (https://bit.ly/2Z3Lujz) al que estaba investigado. Ya valió madre, se dijo.
Continuará…