Reporta el agente infiltrado Pedro Fonseca y Lima que, después de sentarse por un par de horas con su inconfundible cuaderno de notas de bolsillo con banda elástica, un lápiz que bien afiló con una navaja, y una botella de ron blanco que acompañó con una fría Coca-cola, obtuvo cientos de combinaciones de letras que podrían formar un anagrama con el nombre de la autora Lara Prescott para descifrar la clave en cuestión.
Reporta el agente Fonseca y Lima, que descartó la mayoría por no hacer sentido o por considerar con toda seriedad, que no representaban ningún peligro (como el caso de la combinación “escarola prtt”), sin embargo, algunos cuantos, resalta Fonseca y Lima, llamaron su atención y deseó investigarlos con mayor profundidad, aunque fuese solo por precaución.
Reporta el agente Fonseca y Lima que de “Protestar ALC”, por un momento pensó que eran las iniciales del presidente del partido tricolor, Alito Moreno Cárdenas, aunque reconsiderando, pudiera tratarse de una huelga en una empresa con tal nombre. Lo investigaría más. Reporta que “colapsar rett” lo descartó porque no encontró referencias a ninguna institución con tales siglas o nombre. Lo mismo le sucedió con “apresar clott”; que no parecía ser nombre ni iniciales de ningún actor político relevante.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, “escoltar aprt”, consideró que podría tratarse de escoltar algún apartamento, lo cual parecía por sí mismo, un dato verosímil, pero tras reflexionarlo, lo descartó por ser incompleto como instrucción y como comunicación “clave”, inviable. “Rescatarlo PT”, podría referirse al Partido del Trabajo, pero al ser aliado del actual gobierno, le pintó improbable; era muy pequeño y sin real importancia. Por su parte, “alertar spot c” le pareció digno de la sección de sexualidad de una revista femenina y finalmente, “alertar cops t”, podría, quizás, forzándolo un poco, referirse a una agrupación policial denominada con la clave T.
Reporta el agente Fonseca y Lima que se encontraba poco convencido y algo frustrado, pero estaba a punto de salir rumbo a las instalaciones de la policía de fuerza de Tarea (asumiendo que a eso se refiriese la letra T), cuando Juan Antonio le comentó que se acababa de dar cuenta que el apellido Prescott, era en realidad, el del esposo de la autora; el que ella había adoptado al casarse. Su nombre real, de nacimiento, era Lara Sanders. Quizás, le sugirió, valdría la pena analizarlo antes de abocarse sobre una pista que no parecía cuadrar del todo.
Dicho y hecho, reporta el agente Fonseca y Lima que, sin mucho trabajo, de Lara Sanders obtuvo el anagrama “Andrés Salar” y sin perder tiempo, lo buscó en internet. Reporta Fonseca y Lima que le sorprendieron los resultados, pues dos o tres portales de noticias lo mencionaban como el discreto jefe de un grupo de choque del gobierno y en imágenes, le apareció una fotografía donde lo reconoció ipso facto: lo había visto dentro de la ambulancia que, mientras un grupo de anarquistas góticos vandalizaba Polanco, robaba la información de los celulares de embajadores, socialités e importantes empresarios en el operativo Mantarraya que había descubierto en junio del año anterior. Y Andrés Salar, era también, el individuo de manos regordetas y uñas sucias que, en el Deli Lou, había ido a dejar el libro de Prescott con las instrucciones del atentado en el partido político de oposición. Su clave, asumió, autorizaba las acciones de inteligencia del grupo de choque que Fonseca y Lima no pudo detener y que terminaron costando la vida de inocentes. ¿Trabajaría para el gobierno? ¿Qué más tendría planeado? ¿Qué buscaba con esas acciones? Comprendió en ese preciso momento, la altísima prioridad que tenía encontrarlo para interrogarlo a la mayor brevedad posible.
Continuará…