(indagatorias sobre el ladrón de shampoo en el supermercado)
Reporta el agente infiltrado Pedro Fonseca y Lima, encontrarse con un sentimiento de persistente y demoledora soledad. Desde que feneció su madre y bajo el creciente y cada día más notorio caudillaje de la ineptitud y el jineteo de la muerte como consecuencia, el panorama se le presenta poco esperanzador, cuando menos, y devastador y decadente por las frías madrugadas de insomne.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, desde que liberaron sin expediente ni consecuencias al personaje extranjero de nombre peculiar, otrora ministro de la presidencia de un gobierno semi-dictatorial de Sudamérica y ladrón –aparentemente improvisado– de un champú supermercado (https://bit.ly/34UFcT5), que le fue asignado para investigar, con aviso de suma cautela por parte de su director, no ha podido dormir adecuadamente.
Reporta el agente Fonseca y Lima, que lo que más le molesta y es causa de sus arrebatadas trasnochadas, es no solo la redención absoluta del antedicho personaje, sino los posibles fundamentos reales que lo orillaran a cometer el ilícito en cuestión, amén de ser una figura pública, representante de un controvertido gobierno extranjero y encontrarse con estatus migratorio cuestionable.
Reporta el agente Fonseca y Lima, que según sus elucubraciones, por el simple riesgo al escándalo y al escarnio popular, además de que el llegar a requerir de interpósitas personas a cambio de favores especialísimos y seguramente muy onerosos para quedar impune, harían imposible que por lógica elemental, una personal racional, sustrajera sin tenerse un motivo de fuerza mayor, un par de botellas del líquido jabón, de apenas ochenta pesos importe.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, por ello, de inmediato pensó que dentro de las botellas de shampoo, tendría que haber existido un contenido sumamente valioso, razón por la cuál, realizó diversas pesquisas al interior del Ministerio Público, encontrando que como suele suceder, por descuido y franca incapacidad profesional, los objetos, sujetos de la querella, nunca fueron introducidos como evidencia ni debidamente resguardados en consecuencia.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, según consta en videos de cámaras de seguridad, las botellas de shampoo llegaron a bordo de la patrulla que transportó al indiciado, y que fueron puestas sobre la plancha de la gris recepción, en disposición del agente del ministerio público, mientras se definía la situación legal del acusado, y que una vez que fue liberado de los separos, le fueron entregados al representante legal de la cadena de supermercados, quien con ostentosa deferencia, agitando las manos por sobre su cabeza, los rechazó sin mayor cavilación.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, después de que se retiraran los particulares interesados, el ex ministro de la presidencia en cuestión, parece que señaló los botes mientras un abogado que vestía un primoroso traje de raya de gis, casi lo empujaba para que se acercara a la salida con prontitud, como si sospechase que la autoridad, de pronto pudiera revertir su decisión.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, al final del turno, sale de cuadro el más alto funcionario presente en el Ministerio Público, ya portando una pesada chamarra de piel para guarecerse del frío, pero que regresa para tomar los shampoos y llevárselos consigo, como si de su propiedad se tratara, los dos en una mano y en la otra, un llavero.
En cámaras de un restaurante contiguo, asevera Fonseca y Lima, queda registrado que el funcionario obsequia los botes al lavacoches callejero, quien, con el trapo, le guía para conducir el auto en reversa unos metros y poder virar en dirección contraria. Minutos después, el joven parece abrir uno de los botes de shampoo para olfatearlo y por alguna extraña razón, mira en diversas direcciones como para asegurarse que nadie lo estuviese vigilando, y decide de improviso, sacar una pequeña mochila estilo cangurera de debajo de otros de los vehículos estacionados y partir.
Reporta el agente Fonseca y Lima que, ha buscado el lavacarros de forma infructuosa pero constante, hasta que hace una semana, uno de los empleados de confianza del Ministerio Público, le comentó que lo encontraron muerto en una banqueta de los pedregales de la zona de Coyoacán, a no mucha distancia de la calle donde trabajaba.
Reporta el agente Fonseca y Lima que llevaba muchos días preguntándose si comunicar todo esto que ha descubierto, al director a quien le reporta en la nueva Central Nacional de Inteligencia civil de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, pero que en ha tomado la decisión personal de continuar por el momento, con las indagatorias de forma independiente y definirá más adelante, la conducta a seguir.
Continuará…