Querida tía Angustias: Espero que se encuentra mejor de salud y que han aminorado sus dolencias. Por mi parte, y para todos nosotros como familia, tengo el gusto de comentarle por estas líneas, que las cosas no podrían estar mejores.
Me explico: de ser acusado de lavado de dinero y de cómplice del gobernador, las cosas han cambiado y gente bien pesada del gobierno me ha ofrecido convertirme en una especie de testigo protegido en contra de mi antiguo jefe y amigo. Y eso quiere decir, que tengo la opción de no pisar la cárcel y hasta de que me den casa, comida y protección.
Ya sé, tía, y lo sé muy bien, que mi finado tío Odiseo decía que la traición era el peor de los pecados, pero es bien importante que comprenda usted, que lo hice porque si no traicionaba yo, al rato me podían traicionar otros a mí, y entonces sí pasarme varios años tras las rejas. ¿Qué no decía el tío, que “barba de tres colores, no la traen sino traidores”? Pues eso. En la política de nuestros días, ya no existe el honor y no se puede confiar en nadie, más que en uno mismo.
Usted muchas veces me repitió que, si tenía la oportunidad de robar, lo hiciera “pues de que te lo lleves tú a que se lo lleve otro tarugo, mejor le dejas algo bien formado a tu familia”. Al volverme acusador en lugar de acusado, no sólo me va a mantener el gobierno, sino que me quedo con mis dineros bien guardados y sin pisar la cárcel.
Imagino su cara de descontento al leer lo que estoy por hacer, por lo que en esta carta, le voy a contar una confidencia (destrúyala después de leerla): no todo es lo que parece. Esto tiene también una jiribilla, porque me dicen mis abogados que platican con los otros abogados, que cuando la Procuraduría basa su investigación en testigos protegidos únicamente, el acusado suele salir libre por errores en el procedimiento. Así que hago esto también pensando en ellos y en la forma de ayudarlos.
Ya llegará que me digan cómo, pero lo que suele suceder es que me dan un documento que me libera de toda responsabilidad, una especie de fuero, y ya que tenga el papel, puedo comenzar a “confundir” fechas y datos y caer en contradicciones con lo cual mi testimonio deja de ser confiable y yo ya tengo mi inmunidad asegurada.
Le mando mi total cariño desde un cómodo hotel en la Ciudad de México y le escribo pronto. *** Querido sobrino: El papel de baño que me mandó, lo usé para encender el boiler. Comprendo muy bien su situación y agradezco el hecho de que usted siempre ha sido el más inteligente de la familia. Por eso confío mucho en que pronto solucionará todo. Lo llevo en mis plegarias todo el tiempo, atentamente, Srita. Angustias J. Circe.