@ja_leclercq
Luego de tres años de negociaciones fallidas para materializar su separación de la Unión Europa, el triunfo arrollador de los conservadores, liderados por el primer ministro Boris Johnson, ha abierto al Reino Unido la puerta al Brexit. Algo imposible durante el periodo de gobierno de Theresa May.
Tanto la UE como los mercados financieros recibieron con alivio los resultados de la elección celebrada en diciembre pasado. El triunfo conservador, garantiza la aprobación del acuerdo negociado con la UE y cierra un capítulo político desgastante e incierto para Europa. De igual forma, al quedar claros los términos y condiciones del divorcio con la Gran Bretaña, la UE puede darse un respiro y sacar de la agenda un tema que robó demasiado tiempo y atención a otros problemas. Sin embargo, algunos problemas delicados aparecen en el horizonte.
El primer obstáculo lo sigue representando la situación de la frontera en Irlanda. Si bien el acuerdo entre la UE y Gran Bretaña incluye una propuesta de frontera temporal y que esta modalidad, rechazada anteriormente, sin duda será validada ahora por los parlamentarios de mayoría conservadora. Sin embargo, las elecciones de diciembre derivaron también en un triunfo de los partidos nacionalistas en Irlanda del Norte, los cuales han mantenido una posición crítica tanto al Brexit como a la propuesta de frontera común que se ha puesto sobre la mesa.
En los próximos meses estos partidos harán escuchar su voz crítica en el Parlamento y ejercerán una mayor influencia en la forma en que la opinión pública percibe las consecuencias del Brexit para Irlanda. Lo cual puede traducirse en déficit de legitimidad a las decisiones que toman los conservadores desde Londres y en la activación de una agenda nacionalista que promueva otros enfoques e incluso la integración de toda Irlanda.
El segundo obstáculo radica en la aspiración independentista en Escocia. Al igual que en Irlanda del Norte, el nacionalismo escocés se benefició ampliamente con las elecciones. A unas cuantas horas de conocer el resultado, Nicola Sturgeon, líder del Partido Nacionalista Escocés, solicitó a Boris Johnson poderes para convocar a un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia. El gobierno británico ha rechazado esta solicitud alegando que el tema se cerró definitivamente en 2014. Sin embargo, los nacionalistas escoceses saben que los votantes reconocen que las condiciones cambiaron con Brexit y, luego de observar las diferencias dentro de la UE al respecto de Cataluña, entienden que el tema puede afectar profundamente las negociaciones de un nuevo acuerdo comercial en los próximos meses. Lo único claro es que la aspiración independentista está más viva que nunca, a pesar de la negativa de Johnson a un nuevo referéndum.
El tercer obstáculo lo representa la negociación de un acuerdo comercial bajo las nuevas condiciones políticas. Boris Johnson insiste en negociaciones rápidas que se traduzcan en un acuerdo a final de año, algo que ha sido calificado como imposible de lograr en palabras de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Para Johnson un nuevo acuerdo es prioritario para contener las consecuencias económicas y sociales del Brexit y entregar de inmediato algunos resultados, en especial luego de tres años de medias verdades y mentiras completas al respeto de los beneficios esperados del divorcio con la UE. Los líderes europeos difícilmente aceptarán llevar las negociaciones en esos términos y mucho menos caerán en la trampa de permitir que los intereses ingleses secuestren nuevamente la agenda británica.
Si bien el panorama luce menos incierto y se descarta el Brexit duro, no dejan de aparecer algunas turbulencias en el camino que pueden afectar el proceso en los próximos meses. Aunque hay que reconocer que serán problemas acotados y ya no la completa incertidumbre que implicaba la posibilidad de un Brexit sin acuerdo sólo unos meses atrás.
Finalmente, estimados lectores, quiero anunciar que a partir de esta semana mis colaboraciones aparecerán ahora en manera quincenal en las páginas de ejecentral. Muchas gracias por su lectura al análisis y opiniones vertidas en Razón Pública.
